Hoy es sábado sabadete y ya se sabe camisa nueva y un polvete. Pero me
ha tocado chingar de otra manera, currar y sin camisa nueva y menos hablar de un
polvete. Ahora son tiempos que de chingar currando nada de nada, vamos
ni chingar, ni privar, ni pasarte un sólo pelo y a menos mal. Hace ya
muchos años, cuando uno estaba de guardia dejaba un cartel a la entrada
del servicio de urgencias y diciendo: estoy en éste bar comiendo o
cenando y con el teléfono puesto y ya te olvidabas de todo, te ibas a comer y a jugar al futbolín o al billar, o a lo que te diera la gana,
menos decir que estabas follando, pues si tenías esa suerte, no era
cuestión de publicarlo y si el bareto tenía teléfono te llamaban
allí, pero sino te iban a buscar y todo el mundo tan contento. De
aquellas había el beneplácito que beber no era tan mal visto y entraba
dentro de una lógica un tanto surrealista, en la que se incluía que
pudieras privar sin tener ningún problema. Era como fumar, en la que
también se hacía la vista gorda. Yo creo que el límite estaba en que no
fueras dando tumbos o que ya no pudieras hablar de la papa que llevabas,
pero hasta ese límite, todo y absolutamente todo, repito, estaba permitido.
Eran bestialidades de otros tiempos y en el que influían dos factores
importantes: uno, que eras joven y el cuerpo te aguantaba la marcha y
otro, era que los servicios de urgencias de aquellos tiempos, tenían un
número muy limitado de patologías, pòr ejemplo había muchas muertes por
infarto y la norma era que no se avisaba al médico. Por ese número
reducido de avisos y por ser joven, era lo que nos permitía juntar todas
las guardias. Yo me acuerdo de hacer 6 o 7 días seguidos de guardia de
24 horas y después librabas el resto del mes. Una animalada, pero tú
cuerpo joven aguantaba y teniendo en cuenta que más o menos podías
dormir, pues te metías entre rejas toda una semana y después a disfrutar
3 semanas.
Las cosas fueron
evolucionando y tú con ellas y poco a poco fueron aumentando el número
de asistencias, al mismo tiempo quue los años pasaban y el resultado fué
que de currar una semana seguida, nada de nada y como mucho hacías 3
días seguidos. Después más adelante, ya ni siquiera aguantabas 2 días
seguidos, las noches se fueron endureciendo conforme aumentaba la
demanda y era vital el descanso postguardia. Recuerdo de aquellos
tiempos lejanos, que te tomabas unas birras o unos cubatas y no pasaba
nada, era como si la gente pensase más vale un médico medio colocado, que
no tener ninguno. Más tarde logicamente se endureció el control
alcohólico y se cambió de tomarlas en los bares a tomarlas en el
servicio. hasta que al final ni aquí ni allí, ni en ningún sitio.
Yo me acuerdo de mi primera guardia de urgencias, cagado hasta las
trancas y con el vademecum y un libro de medicina abierto en la cama de
mi habitación. Y era tal la inseguridad, que a cada cosa y aunque fuera
la tontería más grande, tenías que ir a la habitación a consultarla,
imposible decidir por ti mismo. Pero eso sí, ibas comparando tú primer
diagnóstico con lo que decía el libro y esa era la manera de aprender,
se aprendía, como se dice, a base de llevar palos. En la habitación
había un ventanuco abierto que cada vez que entraba lo miraba y sólo pensaba en escaparme
por él y ni servicio de urgencias ni mierdas benditas.
Aquello no eran 24 horas de guardia eran 24 meses, sino años y de
dormir ni un pijo, la noche era criminal, tumbado y levantado, levantado
y tumbado y un paseo por dentro y después por fuera y ahora estudio un
poco y ahora intento dormir un rato y al primer ruido que escucharas, ya
pensabas en un marrón que se te venía encima. Y si viene esto, ¿que hago? y
si viene lo otro, pues más de lo mismo. Era la noche eterna, la noche
en vela, la noche llena de interrogantes y de dudas, ¿y yo para que
estudié esto?, ¿y porqué no hice otra carrera?y que me importan a mi los
enfermos y yo quién soy para intentar curarlos,y te tenías que convencer
a cada momento, que tú eras el médico y a tí te tocaba decidir sobre lo que tenían y su tratamiento y así toda la
puta noche. Menudo stress y sobre todo de noche, pues eras el único
médico localizable en toda una amplia comarca. Por el día había otros
médicos pasando consulta y eso quieras que no, te aliviaba. Por eso, en
esos principios en el que estaba permitido beber y fumar, yo siempre me
apuntaba a la mínima ocasión, pero eso sí, con las orejas levantadas,
siempre en tensión y con miedo escénico y asi casi nunca te
emborrachabas, claro y moderándote en lo que bebías, todo hay que
decirlo. Ahora ya han pasado muchos años en que no bebo nada, res de res
o sea nada y por el medio han quedado muchas anécdotas, que ya iré
contando.¡Hay tanto que contar!.

No hay comentarios:
Publicar un comentario