Tengo una obsesión brutal,
y la tengo desde mi nacimiento,
es más, muchas veces pienso,
que la tenía dentro del útero materno,
allí, allí mismo, junto a la placenta,
que era mi fuente de vida,
y la musa que me alimentaba.
Allí, en ese mar placentero,
germinó mi primera idea,
mi luz, mi quimera,
y gracias a ella,
pude hacerme a esa idea.
De ahí, de mi minúsculo cerebro,
surgió como un volcán.
esa obsesión embrionaria,
y una explosión espontánea,
le dió cuerpo a la idea,
y ésta, por fin,
quitó la máscara que le cubría,
y puso su cara al descubierto,
y la idea era,
era, llegar a verme nacer.
Y esa es mi obsesión primitiva,
mi karma y mi bandera,
vivir y vivir, y volver a nacer,
y vivir, para de nuevo revivir,
y vivir con tal intensidad,
y con tanta entrega,
que hasta la muerte al final,
me resulte placentera.
APOCALIPSIS (Poema)
No sé, pero me pueden las ganas,
las ganas que tengo de quemar iglesias,
y de destrozar los edificios de hacienda,
y de colgar al alcalde del palo de la bandera.
Es puro instino destructivo,
es vengarse de los que nos pisan,
es destrucción sin cortapisas,
es liquidar hasta la última cuenta.
Y es que me pueden las ganas,
las ganas almacenadas y acumuladas,
las ganas de que corran rios de sangre,
y es que esas ganas me producen ácido,
un ácido que me corroe por dentro,
un ácido sulfúrico o clorhídrico,
pero un ácido corrosivo.
Si yo pudiera,
al mundo le daría la vuelta,
y lo sacudiría con todas mis fuerzas,
hasta que no quedara nadie,
sobre la faz de la tierra.
Nadie de nadie, o sea nadie,
ni siquiera una hormiga,
ni un chimpancé, ni una víbora,
pues borraría todo signo de vida,
nada de nada, dejaría,
tanto, que hasta yo mismo, me aniquilaría.
las ganas que tengo de quemar iglesias,
y de destrozar los edificios de hacienda,
y de colgar al alcalde del palo de la bandera.
Es puro instino destructivo,
es vengarse de los que nos pisan,
es destrucción sin cortapisas,
es liquidar hasta la última cuenta.
Y es que me pueden las ganas,
las ganas almacenadas y acumuladas,
las ganas de que corran rios de sangre,
y es que esas ganas me producen ácido,
un ácido que me corroe por dentro,
un ácido sulfúrico o clorhídrico,
pero un ácido corrosivo.
Si yo pudiera,
al mundo le daría la vuelta,
y lo sacudiría con todas mis fuerzas,
hasta que no quedara nadie,
sobre la faz de la tierra.
Nadie de nadie, o sea nadie,
ni siquiera una hormiga,
ni un chimpancé, ni una víbora,
pues borraría todo signo de vida,
nada de nada, dejaría,
tanto, que hasta yo mismo, me aniquilaría.
SI NO SALGO DE ÉSTA (Poema)
Si no salgo de ésta,
y puede que no salga,
me iré al precipicio más alto de la Isla,
y desde allí divisaré por última vez al mundo.
Miraré primero al mar,
y hablaré a sólas con él,
y los dos nos veremos de frente,
de ojo a ojo y de pupila a pupila,
hasta llegar al fondo de cada retina.
Con eso nos llega a los dos,
con eso nos llega y hasta nos sobra,
pues somos seres claros y directos,
somos de verdades a la cara,
y odiamos, los dos, la hipócrita hipocresía.
Después me daré la vuelta,
y saludaré al sol haciendo una genuflexión,
y le pediré que me dé el valor que necesito,
el valor que necesito,
para emprender el camino hacia el infinito.
Por fin extenderé mis brazos hacia el viento,
y cogeré un puñado de su aire,
y le rogaré a él, al viento,
que me dé su último aliento,
y que me empuje,
con todas sus fuerzas,
hacia el fondo más oscuro del precipicio.
y puede que no salga,
me iré al precipicio más alto de la Isla,
y desde allí divisaré por última vez al mundo.
Miraré primero al mar,
y hablaré a sólas con él,
y los dos nos veremos de frente,
de ojo a ojo y de pupila a pupila,
hasta llegar al fondo de cada retina.
Con eso nos llega a los dos,
con eso nos llega y hasta nos sobra,
pues somos seres claros y directos,
somos de verdades a la cara,
y odiamos, los dos, la hipócrita hipocresía.
Después me daré la vuelta,
y saludaré al sol haciendo una genuflexión,
y le pediré que me dé el valor que necesito,
el valor que necesito,
para emprender el camino hacia el infinito.
Por fin extenderé mis brazos hacia el viento,
y cogeré un puñado de su aire,
y le rogaré a él, al viento,
que me dé su último aliento,
y que me empuje,
con todas sus fuerzas,
hacia el fondo más oscuro del precipicio.
ESCALERAS AL CIELO (Poema)
Tan cerca estuve de tocar el cielo,
que aún hoy, no me lo creo,
y hasta lo toqué por un instante,
salté
y salté
y salté tanto,
que lo pellizqué,
y me quedé con un trocito de su cuerpo.
Ahora guardo esa bolita de algodón,
dentro de mis sueños,
en la sección de los sueños placenteros,
y en el apartado,
de mis sueños más excelsos.
De vez en cuando lo saco y lo admiro,
lo toco y lo retoco,
y pasan las horas y lo sigo sobando,
pues su tacto es piel de melocotón,
es especial, sensual y divino.
Del cielo vengo y hacia el cielo voy,
y no admito estaciones intermedias,
no creo en purgatorios y limbos,
creo en cúmulos, nimbos y nubes de tormenta,
creo en lo que veo,
en lo que veo, toco, oigo y siento,
y siento que yo voy a estar en el cielo,
a la vera de dios y cerca de santo Job,
pues me tengo ganado ese sillón a pulso,
gracias a que mi paciencia infinita,
se merece ese premio,
el de poderme subir por las escaleras al cielo.
que aún hoy, no me lo creo,
y hasta lo toqué por un instante,
salté
y salté
y salté tanto,
que lo pellizqué,
y me quedé con un trocito de su cuerpo.
Ahora guardo esa bolita de algodón,
dentro de mis sueños,
en la sección de los sueños placenteros,
y en el apartado,
de mis sueños más excelsos.
De vez en cuando lo saco y lo admiro,
lo toco y lo retoco,
y pasan las horas y lo sigo sobando,
pues su tacto es piel de melocotón,
es especial, sensual y divino.
Del cielo vengo y hacia el cielo voy,
y no admito estaciones intermedias,
no creo en purgatorios y limbos,
creo en cúmulos, nimbos y nubes de tormenta,
creo en lo que veo,
en lo que veo, toco, oigo y siento,
y siento que yo voy a estar en el cielo,
a la vera de dios y cerca de santo Job,
pues me tengo ganado ese sillón a pulso,
gracias a que mi paciencia infinita,
se merece ese premio,
el de poderme subir por las escaleras al cielo.
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