SANTIAGO - Parte VIII

                           
                                  Así que, se procedía a su reparto, esto se hacía de la forma más democrática posible. No solía haber ningún problema en éste sorteo, si los dos que buscaron el susodicho piso, les tocaba las mejores habitaciones de la mansión. Pero, si lo había, si a éstos no les tocaba. Entonces empezaban las discusiones, si yo estuve un mes buscando, si yo visité miles pisos..., entonces el sorteo ya no valía. Al final, escogían primero los dos buscadores de piso y los demás si entraban en el sorteo. Yo, por si acaso, después del primer año, fui de los que siempre me ponía a buscar piso, por razones obvias. El segundo punto del orden del día, solía ser el de las tareas comunes. Esas  respetables reglas que ayudaban en teoría, a tener una convivencia mejor.

                                        Entraban los turnos de los espacios comunes: la sala de estar, si la había claro, la cocina y por último, el cuarto de baño. La sala de estar, se llegaba rápido a un acuerdo. Con barrer de vez en cuando iba que chutaba. La cocina, ésto ya era otro cantar. Había que hacer los turnos rotatorios, de los que cocinaban y los que limpiaban. Nadie se podía librar de hacer una sabrosa comida de estudiante. Al final, se hablaba de poner la pasta para el fondo común. En que lo más común en él, es que nunca hubiera fondo ninguno, por lo menos a partir de la primera semana de cada mes.

                                        Los días pasaban y cada uno con sus quehaceres. Al principio la casa iba medio tirando. Pero en el día a día, se iba fallando en cada vez más detalles. Hasta que un día petaba la cocina, el eslabón más débil de la casa, bueno junto con el baño. Bajar la basura cada día, era lo más duro y poco a poco se olvidaba alguna que otra bolsa de basura. Lo malo era, cuando se acumulaba una serie de días, entonces aquello se convertía en un vertedero. Pasados los siete días, la cocina era putrefacción total, los hongos se convertían en atómicos, los gusanos por el suelo te daban muy educados los buenos días y las cucarachas montaban sus tiendas de campaña. El hedor, ya no era hedor, era olor a holocausto. Por lo tanto y sin más dilación, se procedía a su clausura y cierre definitivo y desde ese mismo instante hasta final del curso, ya nadie osaría a poner un pie en la cocina. Asunto resuelto.

                                      Nuestro espacio vital se iba reduciendo y a partir de ahora quedaba acotado a la  habitación, el pasillo y la sala de estar, suficiente para unos sufridores como nosotros y aún así, quedaba espacio por destrozar. El siguiente paso, era ir a por el cuarto de baño. Las paredes del baño, iban adquiriendo con el paso de los días, ese color gris, medio amarillento y sus bordes se iban adornando de un ribete de color mierda que posteriormente, pasaría a color negro . El desagüe del baño y en vista de que siempre se perdía el tapón, se dejaba que se hiciera un tapón natural, un tapón elaborado con pelos y restos de jabón.

                                     El water, !qué bonito era el Water!. Alrededor del pie de la taza, se formaba un charco de meadas mal apuntadas, lo idóneo para ir a mear descalzo y notar el calorcito del meado. La taza del water por dentro, eran chorros de óxido amarillo-marrón, junto con restos de cagadas, que en forma de pequeñas avellanas se adherían con fuerza a la taza. Era tal su adhesión, que cuando uno iba a mear, siempre intentaba apuntar a las avellanas con la meada. A veces al darle de lleno y si las cogías desprevenidas, se soltaban y tú salías tan contento, por eso de sentirte cooperante de la limpieza del water. Pero la mayor parte de las veces, no conseguías despegarlas, por lo que se lo comentabas a tus camaradas y les describías que avellana era la que se resistía, su color, su tamaño y situación, para que ellos, a su vez le dieran caña.  El lavabo, en sus tiempos era blanco y ahora se teñía de marrón-ocre, con manchas mezcladas de lapos enconados y restos de pasta de dientes. En la encimera del lavabo se acumulaban, dentífricos acabados e inacabados, cuchillas de afeitar oxidadas, esqueletos de pastillas de jabón, cepillos de dientes y a veces, todo esto adornado y a modo de guinda del pastel, de un tampón. El tampón nunca supimos si era usado o no, pues nadie se atrevió a preguntarlo y allí quedó, quedó como un ornamento más del lavabo del baño.
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LA INTRIGA

                  Ayer y hoy, estoy comprobando que mis pilas no son de duracell, que duran, duran y duran. No señor, porque estos dos días, noto los primeros síntomas del cansancio acumulado, mal llamado cansancio, pues más bien es agotamiento. Son 13 meses escribiendo con un auténtico loco y para más inri los dos últimos meses, le metí el doble de caña y algo hizo plof!! en mi cabeza, algún axón neuronal rompió y se quedó bloqueada la cadena de producción.

                                   Suele ocurrir que los pensamientos e ideas vienen a ti y tú los vas moldeando y dándole la forma de palabras escritas, ese es mi trabajo cuando escribo. Si los pensamientos e ideas, por la causa que sea, no
vienen a ti, la producción es igual a cero. Hay una mano invisible en todo éste proceso, una mano que te ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. Yo puedo ver una fotografía mil veces y fijarme en los pequeños detalles, en las caras, en las manos, en las miradas o en la prenda que visten y de cada vez que la veo, puedo adivinar un detalle nuevo, un detalle en el que antes no me había fijado. Pero  ocurre unas pocas y escasas veces, en que eres capaz de levantar el velo de la fotografía y llegar a alcanzar el otro lado y por tanto te pones en el pellejo del que tiene ese gesto, por ejemplo, de cabreo, por tanto estás haciendo un ejercicio de ver que hay dentro de esa persona y en éste caso, que hay dentro de ese gesto. Y no se trata de acertar el porqué de su cabreo, sino de jugar a interpretar el porqué o los posibles porqués y jugar es, polarizarlo y llevarlo a uno de sus extremos.

                                 Me acuerdo de una foto con unos amigos y donde uno de ellos, estaba con el ceño fruncido y mirando al vacío, como reconcomiéndose por dentro y todo y lo sé porque estaba allí, había sido por una bronca tonta con su novia y por una chorrada, que de tan chorrada que era, ahora ya ni me acuerdo. En cambio ves la foto y es fácil tirarse al río, su rostro mostraba un enfado bestial y de ahí sacar conclusiones falsas, era demasiado sencillo. Por su rostro podías pensar que la novia le había dejado o que un amigo de los presentes le había echo la putada de su vida. Y en cambio no había pasado nada, pero ahí está el juego en polarizarlo todo, en llevarlo al máximo extremo y jugar con ello. Pero pasa también al contrario, pasa con una risa, con un abrazo y hasta pasa con un simple beso, que se mal interpreta. Es lo que decía antes, si yo interpreto el cabreo de mi amigo, tal como fue, pues menudo aburrimiento y todo por su poca originalidad, en cambio si extrapolo y cuento que su novia le ha puesto los cuernos esa noche y con su mejor amigo, ¿ a qué da más intriga?. Y ya sabemos que la intriga es la salsa de la vida. ¡Así que a extrapolarlo todo!.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...