
y no sé si es producto de mi imaginación,
o que es debido a tanto humo de cigarrillo,
o que ya era negra cuando yo nací,
por eso en mi infancia me gustaba ser el malo,
el indio, el chorizo o el ladrón de caballos,
y no se cual era de ellos yo prefiero,
pero creo que el trocito de alma negra,
a veces me engaña y me domina,
y lo que es sencillo se complica,
y lo que es fácil se hace difícil,
y lo que es claro se vuelve oscuro,
entonces ese trocito de nube negra,
invade mi alma y mi cerebro,
y todo lo que pienso bajo su influjo,
se hace más negro con el paso de los días.
Tengo un trocito de alma negra,
un trocito muy pequeño,
aunque a veces me domina,
y entonces sale con inusitada fuerza,
sale la maldad infinita,
la maldad más profunda,
y brotan mis malos pensamientos,
y mis miedos y mis paranoias,
y mis temores y mis pérdidas,
y eso hace que me retuerza como un muñeco,
que diga lo que no quiero decir,
y lo último que se me ocurriría,
y es como el rayo y el trueno,
y yo soy el trueno y la maldad el rayo,
y al llegar la noche,
los arrepentimientos me abrazan,
y duermo con ellos y los mezclo con mis sueños,
y siempre me despierto,
en medio de una noche de tormenta,
y con el atroz ruido de los truenos,
y todo ello rebota dentro de mi cerebro.