UNA SIMBIOSIS CUASI PERFECTA

Son las 5 de la tarde y por hoy ya me siento con el deber cumplido. Necesitaba esto, esto de escribir a lo loco y porque ayer mismo estaba con la puta duda de si se me había acabado la inspiración. Siempre y siempre me pasa lo mismo, dos o tres días sin escribir y pienso que viene el apocalipsis. Y una vez más queda demostrada la teoría que dice, que sólo se recoge lo anteriormente sembrado, a veces con grandes cosechas y en otras un tanto escasas. Pero el caso es que la cosa sigue y por tanto sigue el gusanillo.

Ese gusanillo que me hace como tener cosquillas por dentro y que si no escribo, me carcome y tal como hacen con la madera las polillas. Pero ya veis, no estoy seco y aún tengo la sabia por dentro. Vamos que no soy un tallo verde y no lo soy por cuestiones de la edad, pero por producción, lo soy y de sobra. Y es que esa es la palabra mágica, el que voy de sobrado y por mi y ahora, escribiría mis putas memorias. Pero la vida es mucho más que el acto de escribir en sí mismo, hay sensaciones y hay pensamientos y a esos hay que cuidarlos y con mucho mimo y cariño.

Yo en realidad no sé lo que pretendo, pero si sé lo que no quiero. No quiero pudrirme dentro de cuatro paredes, no quiero formar parte del hongo de las humedades, no quiero ser traidor a mi causa y no quiero bajar de la parra. Quiero seguir en lo más alto del mundo y desde allí contemplar las fortalezas y debilidades humanas y por supuesto, también quiero ver las mías y para eso tengo una ventaja sobre los demás y es que me desdoblo en dos personas a la vez. Una se queda en la cima del mundo y la otra, se mezcla con el resto de los humanos y en una simbiosis cuasi perfecta.

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JULIO CORTÁZAR