todo asomo o todo esqueje,
no has dejado ni un gramo de germen,
ni una sola semilla,
una que por lo menos vuele
o se gire y se clave,
simplemente me has borrado del mapa,
y ya no me siento una referencia,
ni la señal de un faro,
ni la luz que me ilumina,
solo me siento ceniza de un volcán apagado,
pero aún vuelo, vuelo y veo,
y vuelo alto y floto,
y me contorneo dentro del espacio,
y sé que aún más muerto que vivo,
¡soy alguien!,
alguien con un atisbo de vida,
alguien con el poder de levantar a los muertos,
pues yo vengo del más allá
y de darle la mano al diablo
y allí, en el Averno, fui el último de la fila
y el perro que se comía mis propios huesos,
y hasta que comprendí,
que para revivir
y convertirme en un alma sensible,
tendría que darle un soplo de vida a mis cenizas
y aquí estoy,
y de momento como un trozo de barro
pero con un diamante en bruto,
pequeño pero brillante,
audaz pero aún temeroso,
cauto y mordaz y aún sin lengua,
quejoso pero dichoso,
en fin, ahora sé,
que sí,
que tengo un átomo de vida.