
Y es que parece mentira,
que yo diga y piense que la vida es así,
así de dura, así de fría y así de jodida,
pues la vida es demasiado fuerte para el débil
y es demasiado vital para el que se viste de triste,
y yo tengo en mi casa un traje de batalla,
y unos cuantos ramilletes de flores,
y no sé si esas flores son salutaciones
o son para depositar en las tumbas,
y en el día de todos los muertos,
pero a mi ¡que me importa! para lo que son,
pues yo estoy presto y preparado,
y la curiosidad es una piedra en mi camino
o es un obstáculo y puesto allí por alguien
y me da igual que un faro ilumine mi destino,
o que sea una luciérnaga que nunca se apaga,
pues lo importante es que un pie se pose delante,
y que el otro se apoye con fuerza en la tierra,
y cada paso es un avance
y cada titubeo es dudar hacia delante,
y yo no soy nadie, pero soy algo,
y cuando llegue a la cima veré...,
veré que en la lejanía se intuye el punto de salida.