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no encuentro el hilo conductor,
ni el cobre que va por dentro,
ni el plástico que lo envuelve,
no encuentro nada material,
ni una mano, ni un brazo, ni un pelo,
solo encuentro el deseo de tenerte,
el de estar entre tus brazos,
el de rodearte de damas de noche
y de eternas noches sin aliento,
de días fugaces y sin desayuno,
de mañanas espléndidas
y de dar vueltas en la seda de las sábanas,
o en el hueco de tu vientre,
y encima de la mesilla de noche,
te he dejado un regalo,
un deseo, un aliciente,
una quimera,
y un pensamiento envolvente,
¡te quiero desde siempre!.