Qué el río esté revuelto lo saben muy bien los pescadores, pero que yo esté revuelto, sólo lo sé yo y mis circunstancias, que las pobres, mira que sufren conmigo. Sí, porque yo cojo a las circunstancias y las meto en una batidora y de ahí, salen ideas, a veces claras y en otras, espesas. Que no todo va ser claridad espasmódica y que en cada convulsión vea mejor de que va el mundo. Aunque yo mismo no me lo crea, hay momentos en mi vida confusos, hay episodios tristes, hay mañanas en que no sale el sol.
¿Que son los menos?, también es cierto, pero que son incisivos, también es verdad. Las heridas para que cicatricen como toca, primero hay que abrirlas y después limpiarlas, porque sino se infectan y al final, te dejan una gran cicatriz o muesca en el alma. O sea que no vale tapar la herida, que no vale tapar los sentimientos y esconderlos. Los sentimientos hay que sacarlos al aire libre y para que sangren y hagan costra.
La costra ya se caerá más adelante y ese trozo de piel se cubrirá de piel nueva y reluciente. Que sí, que hay que decir lo que se piensa y se siente, que no hay cortarse, que hay que vaciarse, porque sino los sentimientos hacen una especie de bola que te impide tragar y respirar adecuadamente y que algunos llaman, angustia. Una gran bola que te oprime el tórax, que acelera el corazón y que te hace sudar como un cerdo. Pues nada, que el que no quiera soltarlo todo, ya sabe lo que tarde o temprano le va a pasar, que esa gran bola le oprimirá.
¿Que son los menos?, también es cierto, pero que son incisivos, también es verdad. Las heridas para que cicatricen como toca, primero hay que abrirlas y después limpiarlas, porque sino se infectan y al final, te dejan una gran cicatriz o muesca en el alma. O sea que no vale tapar la herida, que no vale tapar los sentimientos y esconderlos. Los sentimientos hay que sacarlos al aire libre y para que sangren y hagan costra.
La costra ya se caerá más adelante y ese trozo de piel se cubrirá de piel nueva y reluciente. Que sí, que hay que decir lo que se piensa y se siente, que no hay cortarse, que hay que vaciarse, porque sino los sentimientos hacen una especie de bola que te impide tragar y respirar adecuadamente y que algunos llaman, angustia. Una gran bola que te oprime el tórax, que acelera el corazón y que te hace sudar como un cerdo. Pues nada, que el que no quiera soltarlo todo, ya sabe lo que tarde o temprano le va a pasar, que esa gran bola le oprimirá.
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