MATAR POR MATAR

Que en aire las palabras vuelan. Escritas ya no, escritas se quedan las palabras para siempre o hasta que venga un Talibán y las queme. Que dadas las circunstancias históricas, al parecer siempre habrá Talibanes por la vida. Siempre hubo iluminados que en sus alucinaciones tenían la necesidad de cepillarse a los demás. Claro después, ya le cogían el gusto a la cosa y ya en el poder (si llegaban) se dedican a hacer verdaderas carnicerías humanas.

Matar no es un instinto, matar a otro ser humano es un asesinato. Y ya le puedes poner como motivo el que tú quieras, maté en nombre de Alá, maté en nombre de Dios o maté porque me salió de los cojones, porque al final el motivo importa muy poco y lo que importa realmente, es seguir matando. Debe ser como una droga dura, que dada su grado de aberración, a algunos les acaba gustando. La sangre, los sesos esparcidos, los ojos salidos de las cuencas, el olor a carne quemada, el hígado encebollado, todo ese decorado debe colocar.

Algo tiene que haber, algo. Pero bueno, yo por otros motivos más sanos y sanitarios veo ese decorado muchas y os juro que ese decorado no me coloca. O sea que no todo es oro lo que reluce y tiene que haber otras causas que no comprendemos. Pero también está claro, que el que mató una vez, le resulta más fácil volver a matar. En el fondo todo éste asunto se resume: que matar, es matar por matar y eso se llama, asesinato.

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