MEJOR A PEQUEÑAS DOSIS

Al final, ayer no fui al concierto, pero hoy si fui a ver las vaquitas todas lindas. Claro que hoy el tiempo acompañaba para salir y incluso para no volver en todo el día. Sol ligero de invierno y ya casi de primavera  y puede que ya estemos en el último coletazo de éste duro y largo Invierno. Bueno, pues eso, que estaba una mañana espléndida y habría en la Feria del Campo unos cuantos miles de personas. Dos calles repletas de chiringuitos en hilera india y en el medio un pequeño descampado donde las caballos hacían saltos y cabriolas. Y al lado  de los caballos, lo de siempre, bailes regionales que debían estar dedicados  a los muertos. Menuda marcha, menudo paso fúnebre. 

Yo por supuesto que me salté lo de los bailes zombies, pero su música era imposible que no te agrediera los oídos. De las putas vacas de mierda, también pasé. Y lo siento por las vacas, pero no estoy dispuesto a oler su esencia a bosta, sin que por lo menos, me paguen. Yo no soy de campo, soy urbanita y a mucha honra. Del campo me gusta todo, sus paisajes, sus bosques, sus prados y lo que se extrae de ellos, sus sabrosos alimentos, pero  sus marrones se los dejo y se los dedico, a quién se lo curra y vive de ello.

Ricos quesos, ricas mermeladas, ricas butifarras, rico todo, pero con una hora ya había recorrido todos los puestos. Pues si te ahorras el ver las Vacas y los bailes regionales, el recorrido se hizo muy corto. Pero bueno, es mejor ir a pequeñas dosis que darte una sobredosis. Y así que de vuelta a casa y con unas cuantas viandas. Y lo más curioso es que la Feria está a 12 kilómetros de donde vivo y volví al pueblo con la sensación de que había vuelto del otro extremo del mundo.

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