Parece que todo sigue su linda vereda y a pesar de los pesares y más a pesar de la mala suerte, uno sigue su rumbo fijo, a tumbos y retortijones, pero al final se consigue seguir la senda de lo que más o menos uno tiene como meta. Pequeñas metas del día a día, pequeñas ilusiones de un tío que en otros tiempos se ilusionó con grandes metas. Pero lo de la ilusión va en la sangre, pues no hace ni un año que YO me ilusioné de nuevo con poder cambiar el mundo o por lo menos el mundo de éste país siniestro.
Y me mojé y menos mal que no me mojé hasta el cuello, digamos mejor, que me mojé hasta el ombligo o hasta los huevos y en cuanto sentí el frío cortante del agua helada, me dije: ¡cuidado!, que esto ya lo viviste hace mucho tiempo. Y es verdad, yo ya había vivido la ilusión desbordante de la utopía, el amor libre, la sociedad igualitaria y las sensaciones de tener entre tus manos un mundo casi perfecto. Y claro, de repente y muy viniendo a cuenta por la crisis y demás historias, empezó la cosa a tener el olor de la utopía, ese tufillo de que íbamos a luchar por nuestros principios y además con el beneplácito de los votos democráticos.
Poco duró la cosa y en cuanto el Tigre Aleonado y con Coleta, se sintió atacado, empezaron las rebajas. Yo no dije que no había que pagar las deudas al Banco Central Europeo, yo dije que había que negociarlas. Yo no dije que con la Casta no se pacta, yo dije que se puede pactar según las circunstancias geopolíticas. Y es una pena y es una lástima y bueno, vienen los descendientes del que Podemos pero no nos Atrevemos y empiezan las dudas de lo que nunca y bajo ninguna circunstancia se iba a tocar. Uno debe ser fiel a sus principios y si las circunstancias le obligan a lo contrario, pues es mejor apearse del tinglado y decir la verdad verdadera: qué esto no era lo que yo pedía y deseaba y además quedas como un tío íntegro.
Y me mojé y menos mal que no me mojé hasta el cuello, digamos mejor, que me mojé hasta el ombligo o hasta los huevos y en cuanto sentí el frío cortante del agua helada, me dije: ¡cuidado!, que esto ya lo viviste hace mucho tiempo. Y es verdad, yo ya había vivido la ilusión desbordante de la utopía, el amor libre, la sociedad igualitaria y las sensaciones de tener entre tus manos un mundo casi perfecto. Y claro, de repente y muy viniendo a cuenta por la crisis y demás historias, empezó la cosa a tener el olor de la utopía, ese tufillo de que íbamos a luchar por nuestros principios y además con el beneplácito de los votos democráticos.
Poco duró la cosa y en cuanto el Tigre Aleonado y con Coleta, se sintió atacado, empezaron las rebajas. Yo no dije que no había que pagar las deudas al Banco Central Europeo, yo dije que había que negociarlas. Yo no dije que con la Casta no se pacta, yo dije que se puede pactar según las circunstancias geopolíticas. Y es una pena y es una lástima y bueno, vienen los descendientes del que Podemos pero no nos Atrevemos y empiezan las dudas de lo que nunca y bajo ninguna circunstancia se iba a tocar. Uno debe ser fiel a sus principios y si las circunstancias le obligan a lo contrario, pues es mejor apearse del tinglado y decir la verdad verdadera: qué esto no era lo que yo pedía y deseaba y además quedas como un tío íntegro.
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