EL PUB DE MI PUEBLO

Las 9 de la noche y la noche se hizo más noche y las cuatro almas perdidas que quedaban por las calles de éste Pueblo se van para su propio refugio y quedarán los gatos callejeros, quedarán las ratas de las alcantarillas y puede que el gruñido de algún perro suelto y rebuscador de basuras. Aunque se supone que es hoy cuando inaguran de nuevo el pub de una cercana esquina y desde hace unos días lo llevan anunciando a bombo y platillo. El único pub que queda en el Pueblo, el único vestigio de que antes de nuestros tiempos actuales, hubo otros tiempos distintos, no sé si mejores, pero sí diferentes. De todas formas el pub iba en caída libre, pues su decorado era de épocas coloniales tirando a jipi raído y profundamente deprimido, su música era un puto desconcierto y además, habían instalado un karaoke que era una auténtica tortura para el oído humano.

Y entonces ¿que tenía de pub?, pues supongo que su barra y que era un verdadero abrevadero del ganado local e insular, pues se bebía a espuertas y en grandes y horrorosas rondas interminables. En ese tema en concreto, parecía un pub irlandés o escocés de pueblo de película, pero no cantando todos en plan desmadrado y levantando las jarras de cerveza, sino escuchando entre tragos amargos el como cantaba alguno o alguna, que le daba al puto karaoke. Por tanto si ibas a ese pub, lo mejor que podías hacer, era beber y seguir bebiendo y hasta que llegara la hora de cierre y a esa hora, siempre te esperaba el camión de la basura. También se colaban algunos guiris, rubios altos y no tan guapos y eso sí, todos puestos y hasta la médula.

Por el medio siempre había alguna caída de un guiri y prefería ver la caída de un guiri todo borracho que depaso dejaba su vómito expandido y para demostrar que eran colonizadores, a tener que escuchar a los cantantes del karaoke insufrible. Porque más cosas no había, bueno sí, una máquina de dardos y un billar americano, que algunas veces me sacaron del tedio o me iluminaron la borrachera. Era un pub de fin de semana, por la semana estaban el gato y el dueño del garito y todo estaba teñido de esas luces psicodélicas que tanto nos gustaron en nuestras épocas prehistóricas. Luces cambiantes y de la luz blanca se pasaba a los lunares en el techo y en el suelo y de los lunares se pasaba al marrón con chorreones de las paredes. Yo ahí, nunca me he pasado buenos ratos, pasables puede, pero malos tampoco o sea, que me quedo en el punto medio y con el consuelo, de que es el único pub del pueblo. Ahora, es verdad que temo y mucho la nueva decoración del lugar y porque lo moderno a veces rechina los dientes y además que se puede esperar de un pub donde su punto estelar, era el puto Karaoke de mierda, pues que ¡pongan un Karaoke mejor! y que aún así, seguiremos bebiendo en el abrevadero.

MI MISIÓN

Las putas toallitas mojadas que me solucionan muchas cosas. Por ejemplo limpiar éste portátil, limpiar la mesa de trabajo, limpiar el culito de los niños o limpiar la guantera del coche y muchas cosas más, pero tienen su gran defecto, que son casi indestructibles y por tanto, lo atascan todo, desde el water, a las cañerías. Y eso que ahora vivo en una casa donde la mierda va a un colector colectivo o de la comunidad de vecinos, porque antes que vivía en casa de campo, las toallitas que lo limpian todo, los tampax, las compresas, los pañales de niños y los putos detergentes, formaban unas grandes bolas que más bien parecían misiles y que se incrustaban un día sí y un día también en las cañerías que daban a la poza negra, ya sabéis, a esa poza donde va toda la mierda.

Y a ¿quién le tocaba meter sus garfios en la mierda?, pues al menda lerenda y con esas largas varas, que eran especiales para los desatasques de pozas y venga a intentar destruír el volumen de las putas bolas. Yo recuerdo que desde pequeñito me tocó hurgar en los pozos negros y no sé se fue una misión que me encomendó dios o que me tocó ese premio en una rifa de la feria, pero lo que tengo muy clarito, es que desde que inventaron las lavadoras con sus putas bolas de detergente y desde que inventaron el resto de artilugios mecánicos, que serán muy útiles en nuestras vidas, no he parado nunca y cuando digo nunca, ¡es que nunca! de tener que meter mis preciosas manos entre la mierda.

Quizá, estaba escrito y yo ya naci con esa misión en el mundo, el ser desatascador de pozas negras y asquerosas. Pero lo cortés no quita lo valiente y hay que reconocer, que en el fondo me llegó a gustar esa movida. Bueno, más que a gustar, yo sabía que era mi misión en la vida y que sin mí esa poza negra atascada no iba a quedar igual que en otras manos. Ahora la impregnación que cogía, no se quitaba en unos días y todo me olía y me sabía mierda y el olor de mi sudor era como de water y sin tirar de la cadena.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...