DE ENTRADA...

De entrada...yo soy amable

de salida...puedo parecer imbécil,

pero arrepentíos...acólitos de Satanás y del diablo,

¡no lo soy!

y aunque me he pasado media vida, 

queriendo tener ese título tan satánico, 

al final resulta que soy humano sin cuernos, ni rabo,

que soy un ser que come con los dedos

que beso con los labios descarnados,

 que quiero con el ansia del mismo querer

y para que al final,

me caiga rendido a los pies de la diosa impotencia,

y es que no soy tan humano

cuando puedo volar en picado

y cuando puedo sentir el como me duele la vida,

y tal y como ahora, me duele.

LOS ILUMINATI

                 Los Iluminati son tíos que van encendidos como putas bombillas, pero que a la vez y como quieren pasar desapercibidos, se camuflan de objetos sin sentido. Uno será un objeto inanimado. Otro se disfrazará de basura de plástico. Y el otro se vestirá de profesor progre con gafitas redondas y chupa de cuero de su último viaje a la India. Los Iluminati, son esos eternos coñazos que casi se lo saben todo o eso dicen, que se lo saben todo y en realidad, no saben de nada. Pero como se visten de profesores progres de insti o de uni...y todo porque tuvieron que aprobar unas putas oposiciones de mierda, pues al parecer se tienen que dedicar a hacer que parece que son y a demostrar que se deben a la enseñanza. (No todos y que quede muy claro, porque tengo muchos amigos profesores que no entran entre los Iluminati. Pero algunos si entran y como entran). Pido mis humildes disculpas y por si alguien se puede ofender y punto y pelota y hasta aquí hemos llegado con éste tono tan pastelero. Es decir, si a alguien le pica...que se rasque. Los Iluminati tienen una idea y se les enciende la única neurona que les queda en pie y sentado. A los Iluminati les encanta viajar por todo el mundo y claro, ellos no son guiris como toca, ellos van por libre y piensan que son libres como lindas mariposas que revolotean tras el cristal de las ventanas, pero en realidad son una verdadera avanzadilla de lo que después vendrá. Estuve en el Vietnam y en Laos y me fijé que los vietnamitas se entienden entre ellos y que los de Laos, fueron muy amables con nosotros y así cubren su expediente con la narración de ésta especie de hechos de medio pelo desvaídos. Después como muchas cosas, son papurruchas que ni se la creen los niños más gilipollas.

                     Pero los Iluminati si se creen sus putos cuentos y además, les encanta contárselos unos a otros y de vez en cuando te lo contarán a ti y partiendo de si tu caes en su red de araña caza moscas (en éste caso, tú  o yo somos la puta mosca). Aprovechan las noches de fin de semana de lluvia copiosa, intensa y desapacible, para invitarte a su puta casa de profesor sabelotodo. Allí te ponen una cena que tendrás que decir que está muy buena y que en realidad estará regular, pero eso sí, bien regada con abundante vino autóctono y de la puta tribu. Y tras el postre y una copa de aguardiente que te anula los sentidos, viene su momento decisivo  y de orgasmo y dejan caer en el ambiente medio alcohólico la siguiente pregunta: ¿ponemos unas fotos o diapositivas de nuestro último viaje y en donde lo pasamos tan bien?. Y tú entre el medio pedo del vino y el cebollón de la copa de aguardiente, pones cara de poker y dices, pues claro...

                    Y ahí empieza la verdadera tortura y comienza una secuencia bestial y aniquiladora de todo un pase de diapositivas. Y cada diapositiva tendrá su propia explicación y su puto comentario. Y aquí, habíamos comido. muy bien por cierto y era pescado crudo envuelto en hojas de maíz, que después ¿te acuerdas? acabaste vomitando. Y éste señor indígena tan amable, nos llevó a través de un río infestado de cocodrilos y al final de la tarde pudimos disfrutar del apareamiento de dos Gorilas que no pararon de darse por el culo. A los Iluminati los ves paseando por las calles de tu pueblo y te dices...¡joder! gente maja y enrollada. Pero cuidado, no es oro todo lo que reluce y los Iluminati brillan como una bombilla encendida, pero muy pronto se les acaba las pilas del buen rollo y entonces, pasan a formar parte del ejército oscuro que nos puede joder la vida.

¡LEALTAD!

A lo mejor el humano soy yo

y tú eres la princesa resentida que se rasga sus vestiduras,

a lo mejor yo soy un ser entrañable,

que habla de paz y concordia 

y que además, reparte bendiciones empáticas,

y tú eres la que grita 

¡LEALTAD!

y como un perra en celo cuando le echan agua bendita, 

a lo mejor te cuento un cuento

que habla de un amor perdido

y porque ya nació muerto,

(et antequam nascautur motientium)

a lo mejor escribo un libro sin mencionar tu nombre,

pondría un hueco vacío por cada recuerdo de tu cuerpo,

y como epitafio final diría

que la lealtad sea contigo

y a lo mejor soy yo, 

el que ha nacido muerto.

(et antequam nascautur motientium)

SEPTIEMBRE




                         Ahora me acuerdo de cuando el mes de Septiembre era un mes precioso de necesidad. Era cuando se daba por finiquitado el caluroso verano y el sentir como poco a poco y al lento  paso de los días de Septiembre, nos iba envolviendo la mano húmeda del dulce otoño. Volvía la adorable lluvia después de un seco y siempre agresivo verano. Eran Septiembres de vendimias y siempre me acompañará ese olor a uva fermentada de la vendimia y el intenso olor de la tierra mojada. Yo tengo un hermoso jardín lleno de olores, algunos son olores ancestrales cosechados hace mucho tiempo (infancia, niñez, pubertad), otros son más recientes en el tiempo (estudiante, adulto y pasado de rosca) y por fin, otros son actuales y a los que intento, darles forma y contenido con plantas y flores aromáticas (los aromas me inundan de recuerdos y de los más bellos momentos). Y digo, lo intento y porque no siempre consigo. Yo guardo en mi empobrecida memoria de viejo ya medio caduco, el olor a la Naftalina en forma de pequeñas bolas escondidas en los cajones de mi infancia. De vez en cuando me viene un agradable olor a Hierba Luisa que me encandila mi Pituitaria. O a Manzanilla. O a café de pota. Y en los Septiembres me penetra ese olor a tierra mojada y a uva fermentada, aparte del suave aroma de la paja humedecida en los pajares y a maíz recién cortado y a punto de ser desmigado.

                       Septiembre también es mes de grandes y profundas mareas vivas y todo el mar subía más que nunca y todo el mar bajaba hasta dejar la playa casi desnuda. Claro que ahora vivo rodeado de mar Mediterráneo y el bajar y el subir de las mareas, es mínimo y hasta a veces pienso que es, ridículo. Yo quiero morir mirando al Océano Atlántico (me gustaría) e ir poco a poco apagando mis cansados ojos al mismo tiempo que iría bajando la marea y el momento más sublime de mi muerte coincidiría con el máximo punto de bajada. Bueno también, querría sonidos naturales y que se escuchara al mar en su batir de olas y al viento, levantar arena y espuma. Y en esa cadencia casi perfecta y casi sublime, ir apagando mis velas vitales. En mi tierra gallega se prefiere morir como sea (supongo que siempre será lo mejor posible), pero que te entierren mirando al mar. Es decir, lo que realmente importa a mis paisanos, es que los entierren mirando al mar. Y yo como no creo en la vida después de la muerte, pues pido y ruego que cuando esté en mis últimos estertores, que alguien me acerque hasta mi Océano Atlántico y que allí me deje morir en paz.

                      Mi visión del mundo y de las cosas la quiero tener y retener antes de picar billete para el otro barrio. Después de muerto, me da igual que me incineren, que me entierren o que me den por el culo. Quién sabe, a lo mejor al otro lado se encuentra la felicidad ideal. Pero yo expongo mis dudas al respeto, pues yo creo que si hemos tenido momentos felices, esos son los que tenemos que retener y nuca olvidar. Y yo nunca fui más feliz en mi vida, que cuando viví en mi tierna y a veces sufrida infancia, pegado al Océano Atlántico y todas las noches escuchaba su maravilloso concierto de olas y no puedo olvidar, todas las ganas acumuladas que me entraban de ponerme a volar. Y por supuesto, que nadie se olvide de ponerme delante los colores otoñales de Septiembre: el sol tangencial dando en mi cara (color ocre con hermosas sombras oscuras otoñales). Las hojas entre verdes y marrones. El mar azul pero mucho más oscuro que en verano. La lluvia en los charcos. El suave gris del cielo. Los reflejos en la arena mojada de la playa. La luz lejana de aquél faro. El cielo pintado de estrellas fugaces. La luna de septiembre, más hermosa que nunca. Y yo de pie y apoyado en mi ventana y percibiendo cada sonido del viento.

PROHIBIDO PROHIBIR

Prohibido prohibir,

prohibido decir no cuando es si,

o no pero sí o si pero no,

prohibido hablar de lealtad

a quién solo habla desde su ombligo,

prohibido decir palabras banas y vacías, 

cuando deberían estar llenas de sentimientos,

prohibido pasar el río cuando va crecido

 porque te puede arrastrar hasta su desembocadura...

SÁBADO

Sábado, primer sábado después de mi cumpleaños que fue el día 5 de febrero y ese día el mundo tuvo la mala suerte de saber que en una esquin...