Mi autobiografía...
El ayer fue grande e inmenso.
El hoy es esplendor en la hierba que va quedando.
El mañana
será que para lo que me queda en el convento
me cago dentro.
Mi autobiografía...
El ayer fue grande e inmenso.
El hoy es esplendor en la hierba que va quedando.
El mañana
será que para lo que me queda en el convento
me cago dentro.
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Bilbao, noviembre, mañana y frio por Pablo Müller |
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Metáfora 2016 Festival de poesía de Navarra |
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Mural de Álvaro Díaz García |
dos hermanos de los que nunca hablo
y por estar emborronados,
difuminados
y tachados.
En realidad fueron mis hermanos,
ahora me quedan vestigios de su existencia
pues ahora y desde hace un tiempo,
he pasado página,
cambié de capítulo
y hasta tiré el libro de familia
Y ahora son mis hermanos
porque llevamos los mismos apellidos,
porque tuvimos los mismos padres,
pero no queda una señal amable dentro de mi alma,
ni amable, ni cariñosa,
ni una sonrisa conmovedora,
ni siquiera queda un recuerdo que merezca la pena ser recordado.
Al final,
dirán que yo he sido el malo de la película
y lo he sido...
pero que quede igual de claro,
que ellos no ejercieron de buenos.
Y si yo he sido el malo
ellos han sido peores.
Yo no soy de los tipos que empieza su relato
con monsergas de éste tipo...
cada vez que cojo un avión
siento que quiero cambiar mi vida
y al mismo tiempo pienso en mi infancia
y que mierda de infancia tuve
y cuando estoy a más de 10.000 pies de altura
no me da por pensar que soy un cero a la izquierda
y que necesito un cambio radical en mi vida.
No, no soy de esos.
Lo mío es mucho más suave y más tranquilo.
Yo claro que pienso en los cambios,
pero la diferencia estriba
en cual es mi mejor sitio para tomar decisiones,
y por mayoría absoluta
gana la alternativa...de cuando estoy en el water.
Ahí, si que decido cosas importantes.
Mis mejores decisiones en ésta vida
las tomé cagando
y de alguna forma le sigo rendiendo homenaje a ese acto,
por eso cuando tengo un gran problema
lo aplazo y hasta que me aprieten las ganas.
Merece la pena esperar.
Perro de hueso Volver a casa es horrible, ya sea que los perros te lamen la cara o no. Ya sea que tengas una esposa o una soledad en forma de esposa esperando por ti. Llegar a casa es terriblemente solitario, tanto así que añoras con ternura aquella opresiva presión barométrica de donde acabas de volver, porque todo es peor una vez que estás en casa. Piensas, con nostalgia, en las alimañas que se aferran a los tallos de la hierba, las largas horas de camino, la asistencia en carretera, los helados y las formas peculiares de ciertas nubes y silencios, porque no querías volver. Regresar a casa es espantoso. Y los silencios domésticos y sus nubes hogareñas no contribuyen en nada más que a todo el malestar. Miras con sospecha las nubes como son, hechas de una materia distinta de aquellas que dejaste atrás. Tú mismo estás cortado de una tela diferente, turbia. Devuelto, repudiado, mal recibido por la luz de luna, infeliz de regresar, holgado en todos los puntos equivocados, como un traje lleno de costuras, un trapo andrajoso de cocina, usado. Llegas a casa como a otro planeta, ajeno. El tirón gravitacional de la Tierra, un esfuerzo ahora redoblado, suelta los cordones de tus zapatos y hace que arrastres los hombros, grabando aún más profunda la estrofa de la angustia en tu frente. Vuelves a casa hundido, como un pozo sin agua ligado al mañana por una frágil hebra de “qué más da”. Suspiras frente a la avalancha de días idénticos, bien podrían ser uno solo, y uno a la vez. Bueno, qué más da, volviste. El sol sube y baja como una puta cansada, el clima inmóvil como un miembro roto mientras envejeces. Todo permanece inmóvil, menos las mareas cambiantes de sal en tu cuerpo. Tu visión se nubla, llevas encima tu clima contigo; una gran ballena azul, una oscuridad hecha esqueleto. Vuelves a casa con visión de rayos X, tus ojos convertidos en hambre. Y así, regresas con tus dones mutantes a una casa de hueso. Todo lo que ves ahora, todo, es hueso”. |
Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...