EXPLICARTE A TI, HIJO MÍO
Explicarte a ti, hijo mío,
explicarte el funcionamiento de la vida
sería como contarte una historia interminable.
Además,
desconozco los mecanismos íntimos de su funcionamiento,
y que es lo que nos impulsa a seguir viviendo,
si será el día a día
si será la luz del sol
o será el influjo de la luna.
Pero hay algo de nosotros,
que desconocemos,
pero que nos aferra a la madre tierra
con manos y con dedos.
Hay una especie de simbiosis catártica
entre el hombre y la madre tierra,
que nos hace ser únicos, impredecibles y seres humanos.
Dicen que los rasgos de cada uno están impresos en el ADN
y deben estar grabados a cincel y martillo,
porque cuando uno se pierde,
siempre aparece el instinto
que te hace subir de peldaño
cuando te sientes más hundido,
y te sacará a flote como un submarino herido.
En fin hijo mío,
somos gigantes con pies de barro,
somos delicadamente delicados,
somos sensibles y a veces, sensibleros,
nos va la lágrima fácil y el guión de las fotonovelas.
Como te voy a pedir a ti, hijo mío
que me comprendas hasta la náusea.
Lo que nos diferencia, hijo mío
es la experiencia
de mis largos años de vivencias
y eso me da poso y me sedimenta como persona,
pero desde luego
no me da la clave de mi existencia.

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