LA PASIÓN Y DEMÁS

 

La pasión no es un invento turco o no es una lágrima de un poeta deprimido que no encuentra consuelo, es más que eso, la pasión es sangre, son vísceras, son latidos de corazón acelerados y descontrolados, son golpes secos y contundentes en el cráneo y por mucho que yo diga, es algo que conocemos por casualidad y porque de vez en cuando nos sacude y para quitarnos las telarañas que llevamos encima, pero en el puto fondo de todo, hay que que reconocer que no tenemos ni puta idea del tema.

La pasión, la traición, los celos, la envidia, son signos primarios y que no por eso, merecen nuestra adulación y adoración. Es decir, aceptamos su aspecto primario y visceral, pero al mismo tiempo, estamos obligados a corregir su virulenta visceralidad. Yo antes, era un tío muy violento y agresivo y me he corregido en lo que he podido y ahora sobre este tema tengo unos límites muy bien delimitados. Ahora me suenan las alarmas y me quedo quieto parado y a la espera de mi auto análisis.

En cambio la solidaridad es humana y no es divina y aquí si que hay que demostrar que estamos o no estamos, aquí si que sumamos o restamos y no hay más cambalaches. O sea, ¡o estamos o no estamos! y ahora, nos toca ¡estar!.

He pasado de la pasión a la solidaridad, por mis santos cojones y estos son los lujos, entre muchos otros, que uno se puede permitir si es el que escribe.

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JULIO CORTÁZAR