TE INFORMO

 


Te informo:

mis labios están sellados a cal y canto,

mis dedos son de acero duro y frío,

mi alma está deforme por tanto pecado por hacer

y mi cuerpo te reclama desde hace mucho tiempo...


Son días otoñales,

son días de hechos inciertos,

de secretos bajo sábanas,

de sudores, de temblores,

de manos húmedas y suaves,

y de batallas a besos

hasta la madrugada.

NÁUSEAS (Juan José Millás)

 

Un conocido mío ha logrado conectar inalámbricamente su taza de retrete a internet y ahora, cada vez que hace pis, recibe en el ordenador un análisis de su orina. Me enteré por casualidad el martes pasado. Había ido a cenar a su casa y durante la sobremesa, como habíamos bebido mucho, me dieron ganas de ir al baño. Me levanté con la confianza de siempre para dirigirme al excusado, pero me detuvo, invitándome a hacerlo en un aseo que tiene escondido en las profundidades del pasillo (es una casa antigua). Al ver mi cara de extrañeza no tuvo más remedio que confesar. Y no es que le molestara que la taza hiciera un análisis de mis fluidos, sino que el aparato los confundiría con los suyos porque es un retrete inteligente, sí, pero no tanto como para distinguir una orina de otra.
Me fui a casa con este nuevo concepto, el de retrete inteligente, dando vueltas en mi cabeza. ¿Qué era lo que me molestaba de esa idea? ¿Acaso prefería un retrete tonto?, me pregunté. El asunto me desveló y tuve que levantarme y dar unas vueltas por la casa para calmarme un poco. En un par de ocasiones, entré en el cuarto de baño y contemplé la taza de mi retrete con piedad, pero con amor también. Me gustaba que fuera tonta porque, me dije, ¿cómo iba a atreverme a hacer mis cosas sobre ella sabiendo que era inteligente? Tengo por la inteligencia un respeto que me limita mucho.
A los pocos días, comiendo en casa de otro amigo, me di cuenta de que utilizaba una cuchara un poco extraña, con el mango más grueso de lo normal. Ante mi extrañeza, mi amigo me confesó que se trataba de una cuchara inteligente. Estaba conectaba por Wifi, creo, o por Bluetooth, a su ordenador, de manera que cuando terminaba de comer podía ver en la pantalla el número de cucharadas que había tomado, de donde se deducía también la cantidad de calorías. Primero un retrete inteligente y ahora una cuchara lista. La asociación entre la cuchara y el retrete me produjo unas náuseas que me vi obligado a reprimir, claro, porque estábamos comiendo. Después imaginé cómo sería un diálogo entre esos dos objetos, el cubierto y el váter, tan perspicaces ambos. Renuncié al postre y al café y me fui a casa.

WO DOGS DINING YouTube

 



EN EL FONDO...

 


En el fondo me declaro cansado y harto

y busco y rebusco en mis partes más jóvenes y nobles

y observo que me falta ternura,

que ya no crujo tiernamente

 ni me regenero como antes,

que se me cae un brazo al suelo

y no me crece,

que se me salta un ojo como un disparo,

y el hueco que queda se hace nido de cuervo negro

y que los dientes se caen sin más

y que la vida en general

se va arrugando

y tanto se arruga y se encoge

que al final

hasta cabes dentro de una caja de zapatos

y poco más...

PERO A VECES...

 

Somos productos perecederos,

pero a veces perecemos antes de morir.

Yo...tenía un amigo...


 Yo...tenía un amigo...

que nunca te decía lo que pensaba y lo que sentía,

pero por dentro sé que se lo pensaba y que se lo callaba,

en fin, 

que un día me quedé sin amigo

y me quedé sin su aliento tan lleno de vida

tan generoso y tan espléndido

pero sobre todo

 era el aliento de una buena persona,

que nunca y jamás te diría

porque lo era.

Y ahora tengo la rabia de haberlo perdido

y ¡mea culpa!...

me digo en mis peores días.

A VECES...

 


A veces el viento de la noche

me trae consigo el aliento del mar

y me inunda de algas y ansiedades marinas,

mientras la espuma blanca me aclara la garganta

y me concede permiso para bostezar.


A veces

y mientras los demás duermen,

me entran unas inmensas ganas

de convertir el silencio de la noche

en una algarabía llena de ruido y bullicio

y así y poco a poco,

 se encenderían luces desesperadas y malhumoradas

y entonces y en ese mismo momento

diría a voz en grito

¡he sido yo!

y una vez que todo el mundo estuviera despierto,

yo me iría tranquilamente a mi cama

y entonces sí

y entonces sí que por fin, me dormiría en paz.

RESPIRAR (Juan José Millás)

 


Si las palabras que escupimos por la boca (por dónde, si no) se acumularan, como los objetos, por toda la casa. Si cogieran polvo, si envejecieran. Si al atravesar el pasillo tropezáramos con ellas como con el patinete del niño. Si nos rompiéramos el tobillo al golpearnos contra los sustantivos y los adjetivos y los verbos que dejamos tirados por ahí, de cualquier modo. Si, al encender la tele, las palabras salieran de la pantalla como cuerpos físicos, dejando el salón perdido de frases hechas o deshechas, de pronombres, de oraciones subordinadas, de retruécanos, metonimias, aliteraciones. Si de vez en cuando hubiera que contratar unos servicios especializados en la limpieza de ese conjunto de bártulos gramaticales. Si todo ello nos obligara a ser conscientes de lo que decimos o de lo que nos desdecimos...
En tales casos, no hablaríamos en vano. No nos haríamos tanto daño. No prestaríamos oídos a tantas estupideces. Y apagaríamos la tele frente a determinados programas como cerramos el grifo del agua cuando no tiene sentido que continúe abierto. Clausuraríamos la boca como el que apaga la luz al salir de la habitación. Mediríamos más lo que expresamos. Llevaríamos cuidado. Porque lo cierto es que, aunque las palabras pronunciadas no ocupan aparentemente espacio alguno, se quedan ahí, en algún sitio invisible de nuestro recuerdo o nuestra mente y sí, sí, cogen polvo, envejecen, tropezamos con ellas el atravesar el pasillo y nos rompemos el alma contra los verbos o los adverbios que articulamos o desarticulamos el año pasado, incluso hace diez años.
Muchos matrimonios naufragan en el mar de reproches mutuos amulados durante una mala época de sus vidas. Se ahogan en lo que se dijeron. Las oraciones gramaticales descalificadoras vuelven como argumentos para romper. Vuelven porque nunca se fueron, porque estaban por ahí, estorbando, en medio de todo, como la bicicleta estática que dejamos usar, como el patinete del crío. Conviene llevar mucho cuidado con lo que se dice, pero también con lo que se escucha, porque lo que se escucha y lo que se dice se reúnen en un rincón de la cabeza, como el polvo en una esquina de las habitaciones, y llega un momento en el que la atmósfera resulta irrespirable.

INA (Daini no Sanmi)

 

Ina

Hojas de bambú movidas por el viento (pintura tradicional japonesa).


AMOR    
                             
desde el monte de Arima
el viento sopla sin cesar
sobre los campos de bambú de Ina:
con la misma insistencia querría olvidarte,
pero no puedo.


Daini no Sanmi

"TE VEÍA LLEGAR" DE KARMELO IRIBARREN (del Blog Azuldemar)

 


Te veía
llegar,
cruzar la puerta,
darme un besazo en el morro,
mirarme a los ojos
de esa manera única,
como solo tú miras
a los ojos: rompiendo el calendario.

Te veía
hacer esas cosas sencillas
que tú haces
para que el mundo
entre en razón;

y no sabía
a quién
darle las gracias.

HAS SIDO...


 Ahora cuando te veo

observo que te has quedado sin brillo y deslustrada.

Con la luz apagada

ya no te intuyo

ni te percibo

además, ya no me haces temblar

ni balbucear ni carraspear nerviosamente

simplemente has sido y en ello me reafirmo

has sido un punto negro en mi expediente vital.

PERPLEJO

 

A veces me acusan de insensible,

pero en realidad mi cara es de perplejo

y porque hay cosas que alarman mi perplejidad,

perplejo es quedarte abierto de brazos y piernas,

es poner cara de haba,

la boca media abierta y algo babeante

y con una ligera caída de párpados

y si se admitiera algún sonido

sería un ¡oh! entrecortado y en modo admirativo

¡oh...no puede ser!

y en cambio...¡ha sido y es!.


UNA REFLEXIÓN

 

Yo lo tengo dicho un montón de veces. Aquí y como en otros lugares, domina la mafia y las malas historias. La mafia sanitaria que es como todas las mafias pero que no usa metralleta, pero que en cambio domina todos los aspectos que rodean al mundo sanitario. Los sindicatos médicos están domados y domesticados. El colegio médico es un nido de ellos (de víboras) y hasta hay casos en que el mismo médico está en las dos partes y hasta hay algún caso más, que se hace tripartito y extiende su tercer brazo en la gestión sanitaria.

De aquí... de confianza (reza un slogan publicitario de ésta isla) y como si el resto que no somos de aquí, no fuéramos gente de fiar. Bueno antes de nada, tengo que aclarar algo...yo no lo soy, no soy de fiar y me siento orgulloso de ello. Bueno, pues ese es el cuarto pilar que sustenta que puedas ser hasta un cargo vitalicio y sin importar al partido que pertenezcas. Pues eres de aquí, de confianza (aunque tengo que decirlo muy claro, no todos los de aquí son así). Claro que no todo se cumple siempre y a veces te aparece un forastero que es más trepa que nadie. Es una especie de oruga que antes fue larva y que nunca va a ser mariposa. En fin, un ser rastrero que se adapta al medio y para seguir medrando en un mundo sanitario lleno de envidias y de chivatos.

Al final, el buen médico se convierte en un don nadie y el mal médico se crece como un caballo desbocado en busca del poder. Uno, seguirá ejerciendo de médico y el otro se dedicará a trepar entre las gestiones y títulos que le van regalando sus impresentables amigos y todo conseguido en un interminable intercambio de favores. Uno, seguirá de médico y se morirá siendo médico y el otro se convertirá en un cacique local con pretensiones de gestor y de político. A algunos nos queda la conciencia (le llaman, tener la conciencia tranquila) y a otros les queda el enchufismo, el arribismo, el querer ser siempre más que nadie, el puto yate de mierda que ostenta y que le hace ser grande (según él y su mundo) y poco más podemos encontrar en el cerebro de ésta subespecie que para desgracia nuestra, no está en período de extinción. Siempre existieron...sólo pasa que funcionan por oleadas...y ahora mismo estamos en la cresta de la ola. Bueno, es una reflexión pero podía ser una verdad como un templo. ¿Oh no?.

EN REALIDAD


 En realidad,

yo podría expresarme mejor,

pero no quiero,

me llega con mis cuatro palabras

con mis dos verbos y adverbios,

con mis dos puntos

y una coma que asoma de cuando en vez

y con eso hago mi equipaje literario,

verbo, adverbio, sujeto activo y pasivo

y unas cuantas maneras, formas y fórmulas

de resolver tantos interrogantes de mi historia.

En realidad

yo cuando me expreso mejor

es cuando callo y vivo dentro de mi silencio.

EN SILENCIO Y SUAVEMENTE

 


Si todo transcurre así,

así en silencio y suavemente,

lo dejaremos estar

porque yo adoro la soledad y el silencio,

porque ahora ya no persigo los sonidos de la noche,

ni siquiera oigo el estruendo de su música,

ahora me adorno con mis cuatro flores,

me sedo escuchando el susurro de la chimenea,

y escribo un rato y otro rato

y si pudiera estaría escribiendo todo el rato,

pero no me dejan...

no me deja el entrañable ronroneo del sueño,

no me dejan las pestañas

que se me caen por su propio peso

y no voy a ser yo el que les lleve la contraria,

y entonces y suavemente... me duermo

y gratamente y en silencio.


Y YO ERA DE LOS QUE PENSABA

 

 

En las profundas oscuridades de mis dudas

he decidido poner una vela encendida.

Quiero dedicarle una luz 

y por haber obtenido el honor de haberlas tenido conmigo.

Además quiero poner

amapolas en sus maltrechas paredes,

luciérnagas en ese techo que poco a poco se va venciendo

y en las esquinas quiero poner

cuatro perros verdes con ojos fluorescentes.

Así será mi cueva.

Y yo era de los que pensaba

que en la duda estaba el problema

y que una cueva, como la mía,

no me iba a servir de nada...

pero resulta que mi cueva

es parte de mi nave

y yo soy parte de ella.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...