NO SOMOS DISTINTOS - MOTXILA 21 (MUSICA - SINDROME DE DOWN)

Vasos comunicantes (Juan José Millás)

 


Vasos comunicantes

No es raro que cada uno de los miembros de una pareja se convierta un poco en el otro con el paso de los años. Les ocurre también a los amigos íntimos: que se ceden mutuamente tics y frases hechas. En cuanto a los conquistadores, no logran completar del todo su dominio si no se convierten, más o menos, en el pueblo conquistado. Todo esto viene a la pregunta que le hizo la hija de mi vecino a su padre el otro día:

-Papá, ¿somos ya China?

La niña, de diez años, posee la intuición de una joven de veinte. No podíamos fabricar nuestras camisetas y nuestro calzado deportivo y nuestras especialidades farmacéuticas, por citar solo tres productos, en China, sin mudarnos de manera sutil en chinos. También ellos, a lo largo de ese proceso, devinieron ligeramente europeos. Significa que el mundo se encuentra en un proceso de homogeneización que el Covid-19 ha venido a metaforizar perfectamente. Todos, a lo largo y ancho del mundo, somos en mayor o menor medida el coronavirus, del mismo modo que el coronavirus, al utilizar nuestras células para reproducirse, contiene ya algo de nosotros. La masa contiene grumos o tumores que irán ablandándose con el paso de las décadas. La cosa funciona al modo de los vasos comunicantes, que tienden a igualar sus niveles. Ahora nos hallamos en ese proceso de equilibrio. Lo oriental y lo occidental se van entremezclando de manera insensible hasta que un día te despiertas y te dices: "¡Coño, si soy chino!". En ese mismo instante, un oriundo de Wuhan, se mira en el espejo y exclama: "¡Coño, si soy español!" Quien dice español dice francés o alemán, lo importantes es destacar la existencia de dos gigantescas colectividades que, al contrario de lo que sucede con el agua y el aceite, son susceptibles de fusionarse de tal modo que resulten muy difíciles de discriminar. Es posible, por ejemplo, que mientras entre nosotros desaparecen los movimientos obreros, existan en Oriente fábricas en las que se estén creando las primeras células de esas instituciones que se nos han ido por la red de tuberías de la globalización. Por una de esas tuberías llegó el virus a la totalidad de los vasos comunicantes de la realidad. No sé si me explico.

Juan José Millás

IRENE VALLEJO


 

Irene Vallejo
28 MAR 2021 -
El cuerpo es un símil de la realidad donde habita. Cuando a lo largo y ancho del mundo el confinamiento cerró las calles, empezamos a sufrir contracturas físicas y mentales. Somatizamos los duelos como dolores, y la ansiedad es una secuela cada vez más palpable de este paréntesis angosto e interminable. El miedo, las tensiones, el peso del trabajo y el poso de las soledades se traducen a un lenguaje de carne en nuestras piernas, estómagos, corazones y cabezas. Este malestar encajonado tiene raíces antiguas; “angustia” significaba en latín “desfiladero, lugar estrecho, abismo”. Lo mismo ocurre con la tensión que nos oprime: “estrés” procede de strictus, en el sentido de “estricto, apretado, estreñido”. La tristeza estrangula el aire, enmudece la voz. Hasta que, de pronto, como en un hechizo, ciertas palabras nos permiten abandonar el pasadizo helado y encontrar alivio.
Cuántas veces, tratando de levantar nuestro ánimo, hablamos con nosotros mismos para conjurar el miedo, igual que susurramos al niño temeroso de la oscuridad. Nos decimos que es preciso confiar, ser fuertes, no desistir. Esta capacidad para desdoblarnos en un yo sereno que trata de apaciguar al otro yo es una proeza sorprendente y antigua. Ya Homero contaba en la Odisea que, a veces, el llanto sacudía a Ulises, y entonces escondía la cara tras el manto, humedeciendo la tela en silencio. Al regresar a Ítaca, el navegante encontró su palacio ocupado por extraños y tuvo que mendigar en su propia ciudad. Derrotado, se dijo: “Corazón, sé paciente, en otras ocasiones sufriste reveses más duros, pero aguantaste”. Por primera vez en nuestra cultura, un humano habla no con sus semejantes o con los dioses, sino consigo mismo. El diálogo íntimo nació así, con una llamada a la calma y al sosiego.
Durante estos tiempos tormentosos, los duelos amputados han agudizado nuestro malestar. C. S. Lewis intuyó que el dolor por la muerte de un ser querido se expresa a menudo en el idioma de la angustia. Con más de 50 años, el devoto profesor de Oxford aceptó casarse con la poeta norteamericana Helen Joy Davidman —católica, divorciada y comunista—, que le pidió ayuda para evitar la expulsión del país cuando le denegaron el permiso de residencia. Por sorpresa, ese matrimonio de conveniencia en la madurez desembocó en un inesperado y hondo enamoramiento, que poco después truncaría el cáncer. Cuando ella murió, Lewis escribió en Una pena en observación: “Nadie me había dicho que la pena se viviese como miedo. La misma agitación en el estómago, la misma inquietud. No estoy asustado, pero la sensación es idéntica. Aguanto y trago saliva. Antes tantos caminos y ahora tantos callejones sin salida”. Lo conmovedor es que esas reflexiones anotadas en cuadernos, sus apuntes sobre la tristeza, se convirtieron en un libro que le ayudaría —como a tantas personas, todavía hoy— a escapar de la calle angosta, de la trinchera circular.
La ansiedad es una habitación estrecha. Luis Buñuel lo explicó en su película El ángel exterminador, donde unos amigos se reúnen a cenar en un lujoso salón y después, por una razón inexplicable, no consiguen atravesar el umbral para salir. Según el cineasta, habrían sido atacados por una plaga misteriosa e innombrable. Entre esas cuatro paredes se suceden la desesperación y el humor surrealista: una comedia trágica sobre la asfixia y el desasosiego. Cuando el túnel nos aprisiona, la risa ensancha los pulmones con aire fresco. Conversando con exiliados españoles en México, el director señaló la clave: “Los hombres cada vez se ponen menos de acuerdo y por eso se combaten entre ellos. Pero ¿por qué no se entienden? En la película es lo mismo, ¿por qué no llegan juntos a una solución?”. Según Buñuel, debería asombrarnos no que los personajes sean incapaces de salir, sino que no intenten colaborar. Hoy, más que nunca, hay que observar las penas, hablar con el corazón, reír en el desfiladero y atreverse a buscar ayuda. Hace falta coraje para dar rienda suelta a las palabras enjauladas. No siempre comprendemos cuánta fortaleza se necesita para vivir en la fragilidad.

EL "PERO" (Eduardo Sacheri)

 


“El "pero" es la palabra más puta que conozco -. "te quiero, pero..."; "podría ser, pero..."; "no es grave, pero...". ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.”

"El secreto de sus ojos", Eduardo Sacheri

Juanito Makandé


 

"No, nunca dejes de soñar
o el fuego se irá apagando.
Y del peso libérate,
y revuélcate por los charcos.
Y pregúntale al aire por mí,
que él te explicará mi forma de sentir.
Que a mí sólo me peina el viento.
Y no, no pienses que no dolió.
Que la vida curtió mis versos.
Y con todo lo que lloré
flores nuevas fueron creciendo..."


(Juanito Makandé)

Charles Baudelaire


 

Soy el vampiro de mi propio corazón,
Uno de los grandes parias
condenado a la risa eterna
que ya no puede sonreír.
Estoy muerto?
Debo estar muerto.

- Charles Baudelaire

La vida es bella (1997)


 

"La vida a veces duele, a veces cansa, a veces hiere. No es perfecta, no es coherente, no es fácil. Pero a pesar de todo, la vida es bella".

🎥 La vida es bella (1997)

(DÍA 19) DIARIO DE UN NAÚFRAGIO (Hace 1 año, en plena pandemia)




Día 19 desde que se hundió el barco del mundo.
Yo por supuesto sigo encerrado en mi santa y leal casa
y a cal y canto
y que nadie venga a tocarme los huevos.
Por favor estoy en mi casa
y no tengo ganas de aguantar a nadie.

Estamos confinados y punto
además,
para eso los plastas
tienen sus propios congresos,
se juntan y hablan de coches viejos o últimos modelos,
o de móviles de última generación
o simplemente se intercambian sellos, penas y angustias,
¿hay algo más penoso que asistir
a un congreso de sellos y estampitas?.

Pero como decía el otro,
si ellos se quedan contentos,
tampoco yo les voy aguar la fiesta...

Bueno, todo esto
es un poco friki (hay que reconocerlo)
todo esto abarca:
la admiración por los coches,
la admiración por los móviles,
los intercambios de sellos
y de estampitas.

¿Y donde se queda la filosofía?
pues la filosofía se queda en casa a buen resguardo,
conmigo y con algunos otros iluminados como yo,
que de vez en cuando ladramos desde casa
y así, nos reivindicamos.
Antes nos comunicábamos por teléfono fijo (con cable)
y cabinas telefónicas,
y ahora tenemos automóvil que casi funciona solo,
televisión de 8K que hace que el negro sea más negro,
móviles que te lo hacen todo
y en cambio y perdonadme que sea tan claro,
estamos confinados en casa.

Y muchos no saben que hacer con tanto tiempo libre
y eso demuestra que la tecnología
no nos hace ser más libres
y ahí es donde entra la filosofía vital de cada día...
la mía y la de unos cuantos otros.

MIS POEMAS MÁS VISCERALES Y RADICALES



 En el bajo vientre de mis entrañas

están mis poemas más viscerales y radicales.

Son los que sangran nada más se toquen.

Son los que duelen con la simplicidad de una mirada.

Son los que se hacen duros y pétreos

cuando los acaricia la suave brisa de la mañana. 


Son poemas que gritan a voces y retortijones.

Son los que venden patrias como el que regala caramelos

o intercambia sellos.

Son los que se revolucionan dentro de una lavadora

o dentro de una neurona.

Son los que salen de buena mañana

y se refugian bajo la cúpula de la luna.


Son poemas que pasean por esquinas y rincones más escondidos.

Son los que se desnudan con la marea llena y a plena luz del día. 

Son los sacados del fondo del almario

viven entre algas y estrellas fugaces

y duermen bajo la sombra de mis intestinos.

Walt Whitman


 

Aprovecha el día. No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco más feliz, sin haber alimentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber. No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario… No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía sí pueden cambiar el mundo. Somos seres humanos, llenos de pasión…
- Walt Whitman


 


 

 


OTROS TIEMPOS


A mi no me hace ser más viejo,
decir y asumir... que soy un viejo.
Al revés, me hace ser más libre
y porque además
yo reivindico lo viejo.

Reclamo el vino viejo en barrica de roble,
el olor a rancia sabiduría,
el óxido, la herrumbre,
la fina piel de pergamino,
los ojos cansados de tanto mirar la vida,
las articulaciones desgastadas y casi sin cartílagos,
los huesos porosos, romos y quebradizos,
los movimientos lentos, dubitativos y pesarosos,
la mirada casi nublada de tanta catarata colgada,
el silencio hacia los adentros de los viejos cuerpos,
las tardes al suave sol primaveral y otoñal,
los tiempos lejanos de cuando de verdad, llovía,
los sentimientos olvidados por tanto que ha llovido por ellos.

La noche,
que en otros tiempos fue joven
ahora es un bucle negro sin salida.
Solo el amanecer nos da vida
y nos regala todos esos buenos ratos
donde uno se dedica a disfrutar de la vida...

YO HE SIDO MUCHAS COSAS Y A LA VEZ Y AL MISMO TIEMPO

Aquí estamos de nuevo, buscando cosas, rebuscando en otras, removiendo pasados y no dando un punto a ningún remordimiento. Le hecho hecho es...