MI MADRE

 

Mi madre era de educación dura, espartana y casi de monja de clausura.

Ducha en agua frío en pleno invierno gallego.

Con su pequeña estufa de gas butano

que encendía un solo rato al día

y para que le duraba casi todo el año.

Frío no pasaba porque encima se ponía 

un buen fardo de mantas, trapos y telas,

y asomar una manita de entre tantas capas

 tenía delito y tenía castigo.

Te podías quedar tieso y aterido de humedad y frío.


Su pasión era su jardín minimalista,

cuatro flores y milquinientos metros de césped,

todo verde y todo como recién pulido

a los flores que le fueran dando,

ese pensaba

(aunque ella nunca lo reconoció)

y en cambio al césped había que mantenerlo

perfectamente cortado y a ras de suelo

y que no asomara una sola hierba toda loca

que se atreviera a crecer más que las otras..


En otra cosa no, 

pero en máquina de cortar césped se dejaba medio sueldo y más.

Mi madre era espartana salvo cuando se ponía a cortar el césped

y a presumir de todo lo que hubiera podido tener,

pero claro, 

al final, no lo tuvo

además, si hoy en día viera a uno de sus hijos (o sea, yo)

se daría cuenta de que tampoco

se cumplió su deseo de que su descendencia fuera alguien con poder.

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