No es práctico para pelar una manzana.
Ni para sacarle punta a un lápiz.
No tengo nada que ofrecerle
para pinchar, apuñalar,
ni siquiera para tallar.
Sin embargo, puedo colgarlo
en la pared, junto al fregadero,
para que observe con oscuro desdén
mi para nada peligroso entorno,
mientras yo y el resto de las cosas
vivimos como antes, y permanecemos alerta
bajo nuestras atávicas pieles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario