-Primero, debéis saber que a mi me abrieron varias veces en canal. Sí en canal, aunque sea metafóricamente hablando. Por tanto yo como su majestad el Rey, he pasado varias veces por la ITV y me cambiaron varias piezas y las que no había recambio me las puentearon, con lo que podéis suponer que de vez en cuando me patina la neurona que me hace funcionar como persona. Pero como disfruto mucho con ello, dejo que la neurona patine cuando y como quiera.
-Segundo, mi coco fue estudiado por varias eminencias, buscando su funcionamiento y así adivinar en lo que fallaba. Al final, se quedó en eso, en adivinar. Todos formularon hipótesis imposibles y yo no pude cuadrar en ninguna etiqueta ya estudiada. Estoy diagnosticado de transtorno afectivo compulsivo y cuasi paranoide o sea, que soy un caso perdido y un caso simplemente inexplicable. Lo que quiero decir, es que la Psiquiatría me desestimó y me repudió, no sin antes darme una sobrecarga de electroshock y un vademecum lleno de medicinas. Ahora he dejado la medicación y sólo tomo caramelos y el electroshock tengo que decir que acabó gustándome y cuando lo echo de menos, aplico mis dedos en un enchufe y asunto arreglado.
Mi coco no es como el vuestro, queridos mortales, el mío no funciona a base de neurotransmisores, el mío funciona a pilas, pero a pilas de duracell, de las que nunca se acaban y éstas pilas las llevo dentro de mi cerebro, en concreto debajo de la silla Turca, a mano izquierda de la palanca de cambios y en ésta palanca es donde tengo localizado el estado de ánimo. Si pongo primera yo voy como una moto, si pongo tercera es que estoy de subidón alucinado, si pongo la marcha atrás es que voy para atrás como los cangrejos y si dejo el punto muerto, es que me he fumado un canuto o estoy con un pie en el cementerio (medio muerto o medio vivo). Estos son mis estados de ánimo y todo sin neurotransmisores, ni membranas celulares, ni axones, ni cordones que me toquen los cojones. Yo a pelo y con mis pilas y mi palanca de cambios, y punto.
Mi coco no es como el vuestro, queridos mortales, el mío no funciona a base de neurotransmisores, el mío funciona a pilas, pero a pilas de duracell, de las que nunca se acaban y éstas pilas las llevo dentro de mi cerebro, en concreto debajo de la silla Turca, a mano izquierda de la palanca de cambios y en ésta palanca es donde tengo localizado el estado de ánimo. Si pongo primera yo voy como una moto, si pongo tercera es que estoy de subidón alucinado, si pongo la marcha atrás es que voy para atrás como los cangrejos y si dejo el punto muerto, es que me he fumado un canuto o estoy con un pie en el cementerio (medio muerto o medio vivo). Estos son mis estados de ánimo y todo sin neurotransmisores, ni membranas celulares, ni axones, ni cordones que me toquen los cojones. Yo a pelo y con mis pilas y mi palanca de cambios, y punto.
-Tercero, os aviso que de pequeño caí dentro de una marmita y no en una marmita de pócima mágica, sino donde se cocía el pulpo y por eso en mis dedos tengo tentáculos y en mi boca lllevo un gancho con el que trituro y devoro mis piezas de caza.
-Cuarto, mi olfato es el olfato de un perro policía y este don, me lo concedió una bruja a cambio de dejarle leer mis manos. Me auguró un porvenir espectacular, el futuro era mío si yo aceptaba mi destino y ahora es lo que estoy haciendo, persiguiéndolo para ver si lo encuentro.
-Quinto, mi vista es aguda como la de un lince. Y esto no era así hace unos años, pues yo fui ciego y hasta vendí cupones de la once. Después me sometí a un transplante de cornea de una rata de laboratorio y la operación la realizó el doctor Balaguer en su clínica privada de Barcelona. A partir de ahí veo perfectamente y ya dejé de vender cupones. Así después, pude estudiar Medicina y dedicarme a las manualidades más insanas. Ahora trabajo y tengo un puesto muy bueno, soy vendedor de garrapiñadas en la feris de abril de Sevilla.
-Sexto, Soy un tío creyente porque creo en mi y en alguna gente. No en toda y simplemente porque no soy tonto. En cuanto a Dios y a esas cosas, no creo y sí que descreo o sea no me creo nada, aunque el cielo me lo pinten con ángeles en pelotas.

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