Hoy me llamó una amiga o no sé si mejor decir, que me llamó la que fue una amiga muy querida (demasiado querida). Los amigos no florecen como las flores en Primavera, los amigos son un puñado y de ahí, tirando para abajo. Claro y ya sé que depende donde pongas el listón, si lo pones bajo, tendrás un montón de pseudo amigos y al revés, también pasa. Pero bueno por pura lógica cartesiana, el listón suele estar alto y exiges una serie de requisitos: el primero y fundamental, es que tú quieras a esa persona, el resto de requisitos son variables de esa primera premisa. A uno le puedes exigir que te escuche y tú a él, a otro que se divierta contigo y tú con él y al resto a cada uno le pedirás algo en concreto.
Pero volviendo al tema que toca. Fue amiga mía y lo fue bastante o por lo menos así yo lo sentía y ella, estoy más que seguro, que también. Pero, pero, pero..., pero las cosas cambian y el tiempo pasa y el chocolate se va haciendo más espeso... y a veces no sabes porque cambian, pero tonto del todo no eres e intuyes esas cosas. Intuyes que esa persona tiene una nueva relación de pareja y entonces cambia y se empieza a hacer distante. ¿Y porqué?, pues el porqué no lo sé, pero sé el motivo. Hay relaciones esponjosas que absorben todo el agua de la piscina y funden sus dos ombligos en uno solo y se hacen univitelinos. Y esa persona ya no es lo que era, ahora, es la otra persona con ella.
Después pasa que todo se distancia y solo te ves o te hablas o te escuchas de cuando en vez. Pero debe haber algo de mala conciencia, pues cuando hablo con ella, es como si nos viéramos todos los días. O sea, se exageran los aspavientos verbales y los gestos y los besos que en su día nos dimos con toda la pasión del universo y hasta se exageran los vacíos. No te veo, ni te llamo, ni te reclamo, pero ¡cuanto te echo de menos... amigo mío!. Exageración plausible y clara, pues es sencillo de resolver, si tanto me echas de menos pues llámame y quedamos. Después y a modo de despedida, vienen las promesas incumplidas, tenemos que quedar un día y además tenemos que hablar de muchas cosas. y bla, bla, blá y bla, bla, blá.
Pero vuelven a pasar meses y meses y todo es silencio en ese puto contubernio. Las historias se acaban por muchos motivos, pero por desgracia éste que acabo de exponer, es demasiado frecuente. Para mí, esto no es nuevo, pues ya lo he visto repetidas veces. Y lo único que se puede hacer es que el río siga su cauce y a lo mejor en un remanso de su curso, se suelta un poco del otro ombligo y puede que se vuelva a acordar que yo sigo existiendo. Pero es verdad que si una relación se basa en el ombliguismo, es casi imposible que se puedan mantener otras paralelas y entonces, lo que suele pasar es que la relación de amistad es la que se va a la mierda. ¡Punto y pelota!.
Pero volviendo al tema que toca. Fue amiga mía y lo fue bastante o por lo menos así yo lo sentía y ella, estoy más que seguro, que también. Pero, pero, pero..., pero las cosas cambian y el tiempo pasa y el chocolate se va haciendo más espeso... y a veces no sabes porque cambian, pero tonto del todo no eres e intuyes esas cosas. Intuyes que esa persona tiene una nueva relación de pareja y entonces cambia y se empieza a hacer distante. ¿Y porqué?, pues el porqué no lo sé, pero sé el motivo. Hay relaciones esponjosas que absorben todo el agua de la piscina y funden sus dos ombligos en uno solo y se hacen univitelinos. Y esa persona ya no es lo que era, ahora, es la otra persona con ella.
Después pasa que todo se distancia y solo te ves o te hablas o te escuchas de cuando en vez. Pero debe haber algo de mala conciencia, pues cuando hablo con ella, es como si nos viéramos todos los días. O sea, se exageran los aspavientos verbales y los gestos y los besos que en su día nos dimos con toda la pasión del universo y hasta se exageran los vacíos. No te veo, ni te llamo, ni te reclamo, pero ¡cuanto te echo de menos... amigo mío!. Exageración plausible y clara, pues es sencillo de resolver, si tanto me echas de menos pues llámame y quedamos. Después y a modo de despedida, vienen las promesas incumplidas, tenemos que quedar un día y además tenemos que hablar de muchas cosas. y bla, bla, blá y bla, bla, blá.
Pero vuelven a pasar meses y meses y todo es silencio en ese puto contubernio. Las historias se acaban por muchos motivos, pero por desgracia éste que acabo de exponer, es demasiado frecuente. Para mí, esto no es nuevo, pues ya lo he visto repetidas veces. Y lo único que se puede hacer es que el río siga su cauce y a lo mejor en un remanso de su curso, se suelta un poco del otro ombligo y puede que se vuelva a acordar que yo sigo existiendo. Pero es verdad que si una relación se basa en el ombliguismo, es casi imposible que se puedan mantener otras paralelas y entonces, lo que suele pasar es que la relación de amistad es la que se va a la mierda. ¡Punto y pelota!.

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