En realidad lo peor de todo
es quedarse estancado en medio de un páramo,
atrapado en una selva de interrogantes,
quedarse entre despierto y somnoliento,
y teniendo como horizonte más lejano
las uñas de tus pies.
Quedarte revolviéndote,
reconcomiéndote,
oradándote,
desmembrándote
y descomponiéndote en partículas invisibles a la vista del que puede ver...

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