Lo que a mi me pasa, es que antes era capaz de querer y de amar y en cambio ahora, me estoy volviendo de corcho y por eso, empiezo a vivir de los recuerdos, de los putos recuerdos. Sí, me acuerdo todos los días de que aquellos tiempos en que quise y amé y de ese cuento tengo que vivir, de lo que quise y amé, pues la realidad cotidiana es demasiado dura en asuntos amorosos y la cabrona no te deja ni el mínimo espacio para querer. Yo busco el querer, pero ¿a quién?, yo busco el amar, pero a éstas edades de la vida el amor se hace demasiado extraño y difícil y yo, no voy a caer en la trampa de sustituir el amos por una compañía compasiva y porque antes prefiero morirme solo y tal y como un perro rabioso y tiñoso.
Yo no voy a convertir el amor en compatibilidades de agencias de parejas y si a mi gusta tocar el tambor, pues eso, que la Agencia me encuentre una tía que también le gusta tocar el tambor y así, tocaremos juntos el tambor, porque para eso prefiero seguir tocando el tambor como los indios y a la máxima distancia de la civilización. No me gustan los cambalaches o los intercambios de formas de ser y de estar y el así irás al cine en compañía de alguien que te importa una mierda, pero tío consuélate, pues tendrás calor humano en modo gratis. Y a mi, a mis 60 años ¿me encontrarán una tía que le guste follar casi todo el día, ir al cine de vez en cuando, leer sus buenos libros y que durante por lo menos 8 horas al día que se olvide de mí y de mi existencia y porque estaré escribiendo.
Porque puestos así y puestos a rebajar el amor al dintel de las compatibilidades, yo quiero todas éstas características mencionadas y sin que me falte ninguna. Hombre, si ya acepto las rebajas amorosas que por lo menos me den todo lo que quiero. Y es que meter a alguien más en mi vida, tiene sus filtros, tiene sus fronteras y tienes sus responsabilidades y uno está necesitado, pero no lo está tanto y porque si ya nos ponemos en plan chorizo, yo tengo mi muñeca hinchable y además, la manejo como yo quiero. Bueno, en realidad no tengo nada, pero como si lo tuviera. Y es que al fin y al cabo, la dignidad también forma parte del amor y sin dignidad no hay amor posible y sin amor, si puede haber dignidad.
Yo no voy a convertir el amor en compatibilidades de agencias de parejas y si a mi gusta tocar el tambor, pues eso, que la Agencia me encuentre una tía que también le gusta tocar el tambor y así, tocaremos juntos el tambor, porque para eso prefiero seguir tocando el tambor como los indios y a la máxima distancia de la civilización. No me gustan los cambalaches o los intercambios de formas de ser y de estar y el así irás al cine en compañía de alguien que te importa una mierda, pero tío consuélate, pues tendrás calor humano en modo gratis. Y a mi, a mis 60 años ¿me encontrarán una tía que le guste follar casi todo el día, ir al cine de vez en cuando, leer sus buenos libros y que durante por lo menos 8 horas al día que se olvide de mí y de mi existencia y porque estaré escribiendo.
Porque puestos así y puestos a rebajar el amor al dintel de las compatibilidades, yo quiero todas éstas características mencionadas y sin que me falte ninguna. Hombre, si ya acepto las rebajas amorosas que por lo menos me den todo lo que quiero. Y es que meter a alguien más en mi vida, tiene sus filtros, tiene sus fronteras y tienes sus responsabilidades y uno está necesitado, pero no lo está tanto y porque si ya nos ponemos en plan chorizo, yo tengo mi muñeca hinchable y además, la manejo como yo quiero. Bueno, en realidad no tengo nada, pero como si lo tuviera. Y es que al fin y al cabo, la dignidad también forma parte del amor y sin dignidad no hay amor posible y sin amor, si puede haber dignidad.