Camino como pisando huevos recién paridos
de puntillitas y sin querer molestar a nadie.
A veces despierto entre los laureles del pasado,
cuando me creía alguien mejor que ahora
pero en realidad, era lo mismo que ahora soy,
un pobre paria en busca de su quimera.
De los laureles he pasado al picor que me escuece por dentro,
me escuece la vida y me arde y me quema,
yo pido intensidad y profundidad en todo lo que siento y quiero
y al final me dan las sobras de su propio ego,
yo pido paz y me dan guerra,
yo pido amor y me rompen en mil pedazos
entonces me veo en el espejo
y compruebo que soy un muñeco roto con dos ojos.
No sé...
no hay amor sin dolor.

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