Y CON ESO LO DIGO TODO


Estamos a día 19 de éste Agosto que nunca se acaba. Porque no sé como decirlo, a mi el sol me quema por fuera pero también me quema por dentro y a éstas alturas de la película tengo mi horno interior en plan incandescente. Unos prefieren el sol y el agua de mar y yo prefiero el suave tiempo otoñal y al agua la quiero en forma de lluvia (a veces la quiero en plan torrencial). Si por mi fuera, suprimiría el verano por real decreto y los 3 meses de ese cansino y agobiante verano, los ganaría el hermoso tiempo otoñal.
Tampoco se los daría y ni en parte a la primavera, porque la primavera tiene su tiempo ideal, son 3 meses y punto. Seguramente nos empezaríamos a agobiar de tantos árboles floreciendo y de tanto polen en el aire ambiente y de tanto amor pululando a nuestro alrededor. Lo que se llama "agobiarse por saturación pastelera".
El amor como las flores son preciosas en primavera, pero si nos enamoráramos igual en todas las estaciones del año, el amor como las flores, se marchitaría. El amor como las flores, es a pequeñas dosis y bien separadas en el tiempo y a veces es mejor, a larga distancia.
Ya sé que el amor es adictivo y uno quiere siempre más amor, siempre. Pero para que el amor sea amor pero además, para que sea efectivo y verdadero, tiene que pasar un tiempo entre el uno y el siguiente amorío e incluso dentro del mismo amor, no sé puede querer siempre con la misma intensidad y a todas horas y en cada segundo y el que lo piensa así, acabará convirtiéndose en un puto celoso de mierda y porque llegará a pensar que la otra persona es de su propiedad. El amor espera y además, se hace esperar y lo que nos falta a nosotros es tener paciencia y saber esperar. Pero como decía el otro, "el verdadero amor es el amor propio". Y con eso lo digo todo. 
 
















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