Yo sé lo que es perder. Conozco su insoportable sabor amargo, su pestilencia, su hedor a carne putrefacta, sus malas y peores historias y por supuesto, sus insondables agobios. Yo sé lo que es perder y sentirse perdido. Yo sé como es su niebla perpetua y el no poder ver el sol y que el día se cubra de una interminable angustia, mientras la noche se convierte en agujero negro y oscuro. También fuí perdedor, perdedor de algo o de todo. Muchas veces he sido perdedor sin saber el porqué ni el como. Y es verdad que cuando te envuelve el lado oscuro de la vida, sólo quieres salir de él, pero y aquí está lo más importante, no sabes como lo tienes que hacer. Cuando estás jodido y bien jodido, no soportas todo lo que suena a positivo. No aguantas que alguien te diga que todo lo tienes que ver en positivo. No hay peor historia que ver a un tío hundido y revolcándose en el fango de la mierda y decirle lo bonito que son las flores de colores y mira y observa, que precioso amanecer. Tampoco los psicólogos dan en el clavo, ellos sólo diagnostican con su sello y te remiten a un tratamiento pastillero que a veces, sirve para algo pero que otras veces, no sirve para nada. Te emboban, te atolondran, te hacen dormir sin que tengas sueños y con una resaca mañanera de mil pares de cojones.Y ahora en cambio, soy ganador, y soy ganador sin saber de nuevo, ni el como ni el porqué. Lo soy porque me siento así y puede, que porque antes fuí perdedor, pero eso tiene su engaño, pues perfectamente podía pasar que siguiera sintiéndome un perdedor frustrado. Por tanto y en conclusión, que no sabemos el porqué uno va por la vida de campeón o de puto deprimido perdedor. Y esto es bueno saberlo, pues sabiéndolo te ahorras tener que escuchar los discursos positivistas y negacionistas y porque da lo mismo y porque no van a cambiar tu estado vital de ese momento. Claro que si estás en el lado campeón, te importa una mierda que alguien te quiera hundir y porque a los campeones todo le resbala y es más, te retroalimentan, es decir, te dan más fuerza para el contraataque. Y bueno, queda el estado neutro, el que ni fu, ni fa, el que no muestra sus emociones, al que todo le da lo mismo, pero yo creo que en ese estado nunca he estado y por una cosa muy simple, el mundo está lleno de grandes emociones y yo no voy a ser el capullo que vaya a perdérmelas, ni cuando era una oruga, ni cuando, como ahora, soy un cohete de la NASA en busca de las márgenes del universo.
Yo sé lo que es perder. Conozco su insoportable sabor amargo, su pestilencia, su hedor a carne putrefacta, sus malas y peores historias y por supuesto, sus insondables agobios. Yo sé lo que es perder y sentirse perdido. Yo sé como es su niebla perpetua y el no poder ver el sol y que el día se cubra de una interminable angustia, mientras la noche se convierte en agujero negro y oscuro. También fuí perdedor, perdedor de algo o de todo. Muchas veces he sido perdedor sin saber el porqué ni el como. Y es verdad que cuando te envuelve el lado oscuro de la vida, sólo quieres salir de él, pero y aquí está lo más importante, no sabes como lo tienes que hacer.
Cuando estás jodido y bien jodido, no soportas todo lo que suena a positivo. No aguantas que alguien te diga que todo lo tienes que ver en positivo. No hay peor historia que ver a un tío hundido y revolcándose en el fango de la mierda y decirle lo bonito que son las flores de colores y mira y observa, que precioso amanecer. Tampoco los psicólogos dan en el clavo, ellos sólo diagnostican con su sello y te remiten a un tratamiento pastillero que a veces, sirve para algo pero que otras veces, no sirve para nada. Te emboban, te atolondran, te hacen dormir sin que tengas sueños y con una resaca mañanera de mil pares de cojones.
Y ahora en cambio, soy ganador, y soy ganador sin saber de nuevo, ni el como ni el porqué. Lo soy porque me siento así y puede, que porque antes fuí perdedor, pero eso tiene su engaño, pues perfectamente podía pasar que siguiera sintiéndome un perdedor frustrado.
Por tanto y en conclusión, que no sabemos el porqué uno va por la vida de campeón o de puto deprimido perdedor. Y esto es bueno saberlo, pues sabiéndolo te ahorras tener que escuchar los discursos positivistas y negacionistas y porque da lo mismo y porque no van a cambiar tu estado vital de ese momento. Claro que si estás en el lado campeón, te importa una mierda que alguien te quiera hundir y porque a los campeones todo le resbala y es más, te retroalimentan, es decir, te dan más fuerza para el contraataque. Y bueno, queda el estado neutro, el que ni fu, ni fa, el que no muestra sus emociones, al que todo le da lo mismo, pero yo creo que en ese estado nunca he estado y por una cosa muy simple, el mundo está lleno de grandes emociones y yo no voy a ser el capullo que vaya a perdérmelas, ni cuando era una oruga, ni cuando, como ahora, soy un cohete de la NASA en busca de las márgenes del universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario