Hay ese dolor que puede con todo,
que anda, que sube,
que baja, que araña,
que se entretiene haciendo daño,
que no se lo piensa dos veces,
que corre, que ríe,
que hace que se olvida
que te retuerce las entrañas,
que te traspasa lentamente,
que te enmudece mientras duele
que te tortura hasta la locura
que te muerde con rabia
que te mete el dedo hasta el fondo de la llaga,
que se queda y hace cama,
que te destruye y te atormenta
que te dice:
"te quiero"
y tú piensas:
"si a éste señor
nunca lo he querido"
y entonces le señalo
la puerta de salida...
Pero claro,
muy pocas veces me hace caso.
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