Explicarte a tí, hijo mío,explicarte el funcionamiento de la vidasería como contarte una historia interminable.Además, desconozco los mecanismos íntimos de su funcionamiento,y que es lo que realmente nos impulsa a seguir viviendo,si será el día a díasi será la luz del solo será el influjo de la luna.Pero hay algo de nosotros, que desconocemos,pero que nos aferra a la madre tierracon manos y dedos.Hay una especie de simbiosis catárticaentre el hombre y la madre tierra,que nos hace ser únicos, impredecibles y sobre todo, nos hace seres humanos.Dicen que los rasgos de cada uno están impresos en el ADNy deben estar grabados a cincel y martillo,porque cuando uno se pierde,siempre aparece el instinto de supervivenciaque te hace subir de peldañocuando ya te das por perdido,y te saldrás a flote como un submarino herido.En fin hijo mío,somos gigantes con pies de barro,somos seres extraordinariamente delicados,somos hipersensibles y a veces, sensibleros,nos va la lágrima fácil y el guión de una fotonovela. Lo que nos diferencia, hijo mío es la experiencia de mis largos años de vivencias y eso me da poso y me sedimenta como persona, pero desde luego no me da la clave de nuestra existencia.
Explicarte a tí, hijo mío,
explicarte el funcionamiento de la vida
sería como contarte una historia interminable.
Además,
desconozco los mecanismos íntimos de su funcionamiento,
y que es lo que realmente nos impulsa a seguir viviendo,
si será el día a día
si será la luz del sol
o será el influjo de la luna.
Pero hay algo de nosotros,
que desconocemos,
pero que nos aferra a la madre tierra
con manos y dedos.
Hay una especie de simbiosis catártica
entre el hombre y la madre tierra,
que nos hace ser únicos, impredecibles
y sobre todo, nos hace seres humanos.
Dicen que los rasgos de cada uno están impresos en el ADN
y deben estar grabados a cincel y martillo,
porque cuando uno se pierde,
siempre aparece el instinto de supervivencia
que te hace subir de peldaño
cuando ya te das por perdido,
y te saldrás a flote como un submarino herido.
En fin hijo mío,
somos gigantes con pies de barro,
somos seres extraordinariamente delicados,
somos hipersensibles y a veces, sensibleros,
nos va la lágrima fácil y el guión de una fotonovela.
Lo que nos diferencia, hijo mío
es la experiencia
de mis largos años de vivencias
y eso me da poso y me sedimenta como persona,
pero desde luego
no me da la clave de nuestra existencia.

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