Me celebro y me canto a mí mismo.Y lo que yo diga ahora de mí,lo digo de ti,porque lo que yo tengo lo tienes túy cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.Vago... e invito a vagar a mi alma.Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierrapara ver cómo crece la hierba del estío.Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,de esta tierra y de estos vientos.Me engendraron padres que nacieron aquí,de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.Tengo treinta y siete años.Mi salud es perfecta. Y con mi aliento purocomienzo a cantar hoyy no terminaré mi canto hasta que muera.Que se callen ahora las escuelas y los credos.Atrás. A su sitio.Sé cuál es su misión y no la olvidaré;que nadie la olvide.Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,dejo hablar a todos sin restricción,y abro de par en par las puertasa la energía original de la naturaleza desenfrenada.
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí,
lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años.
Mi salud es perfecta. Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de par en par las puertas
a la energía original de la naturaleza desenfrenada.

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