¿Cómo decirlo?...
A mi no me gusta atarme a nada, ni a nadie,
a mí me gusta despertarme libre de cadenas,
y sin ataduras que me impidan moverme de sitio,
y al posar un pie en el suelo
me gusta sentir el suave tacto de la madera
y al mismo tiempo,
al pasar mi lengua por mis agrietados labios
quisiera notar el sabor amargo del que se encuentra sólo,
y al mismo tiempo, me gustaría sentir
la dulce ternura que tiene un beso,
y no importa en que orden,
porque lo amargo me atrae por su ácido escalofrío
y porque lo tierno me ennoblece como un entrañable roble viejo...
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