Y te diré una cosa:
Aunque me veas sólo, no estoy sólo, estoy dentro de mi mundo mágico: tengo letras, tengo palabras, tengo epitafios, historias, cuentos y sueños y todo eso y más, cabe dentro de mi mundo mágico. Por tanto, no estoy sólo, aunque hay momentos en que mordería a mis deseos y los haría añicos. Pero la realidad es que tú estás allí y yo estoy aquí, sí, estoy junto a mi estufa de leña y recordándote. Te sueño y te quiero, pero no te quiero por mi soledad física, te quiero porque te siento lejos dentro de mi alma, porque no interrumpes mis bellos momentos y los haces más bellos, porque te despiertas sobre otra cama y sin mi cuerpo y porque amaneces acariciando el sol, mientras yo me imagino: tu cara somnolienta, tus bostezos, tu ducha de agua caliente, tus pechos turgentes...
No, no estoy sólo, estoy con los compañeros que quiero, estoy con los espíritus, con los druídas, con las brujas con o sin escoba, estoy con los duendes y fantasmas de mi vida. Y sí, te echo de menos y te añoro, pero en honor a la verdad, sólo te añoro a veces y cuando más me duele, es cuando tengo necesidad de tocar, cuando mi cuerpo me pide tacto y sensibilidad física. Lo intento compensar con los libros, pero los libros no tienen tu tacto, no son de piel de terciopelo, no tienen tu suavidad, no laten como tu lates y ni siquiera ríen como tú ríes.
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