Me imagino en el lugar casi más apartado del mundo,
frente al mar embravecido
o mejor dicho, al lado del océano atlántico.
El pueblo presenta un aspecto muy bello
limpio por fuera
y quién sabe como irá por dentro
pasa un perro famélico por una calle desierta,
sopla algo de viento,
quizá sea viento del sur
y porque arrastra la lluvia consigo.
El pueblo tiene dos bares,
uno abre pronto y se encarga de los desayunos
y el otro cierra tarde
y se encarga de emborrachar las noches.
El pueblo tiene un ayuntamiento que da más pena que gloria.
Al lado de mi casa
tengo un hermoso cementerio
que los paisanos se cuidan de tenerlo un poco
descuidado.
La luz en el fin del mundo se apaga con frecuencia
y hay que tirar de velas y linternas,
llueve a mares y a ríos,
y el festival de la lluvia empieza en septiembre
y se cierra en junio
y venga a tirar de leña y de libros de autoayuda...
cualquier resquicio de sol
es una nueva celebración
y da igual el motivo que tengas
pues que salga el sol es causa sificiente...
El invierno es muy largo y desapacible,
primavera corta pero preciosa
verano casi inexistente,
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