COSAS DE ÉSTA ISLA

 Claro que...claro que la tarde de hoy es soporífera. Me muero de calor. Arde la tarde y yo ardo con ella y sudo hasta por los huevos. Doy un asco del carajo. Así todo asquerosamente sudado y empapado en sudor de seis capas y como si el puto sudor de mierda formara parte de mi coraza. Claro en ésta Isla de mierda, donde la humedad en tierra firme (encima de éste peñasco sobre el que sobrevivo) supera a la humedad que hay en medio del mar mediterráneo. Y si alguien no quiere creerme que se venga a ésta Isla y mientras toma nota de todo, yo le presto una parte de mi casa. Que en eso no hay puto problema, de casa ando sobrado y yo personalmente, siento que soy un tío espléndido. Tengo poco pero lo poco que tengo no es de todos, porque tampoco es así la cosa, es de los que se merecen ser reconocidos como familiares, amigos o compañeros. Hasta el coche puedo dejaros. Y un poco de aire acondicionado (cuando vuelva a funcionar) y un trozo de sala de estar y un baño completo (tengo tres y en cada uno se puede bailar un vals y en plan pasote, hasta un partido de fútbol).

Lo de ésta Isla tiene su propia historia y la tiene desde hace miles de años. Aquí está de moda lo Talayótico, pues abundan las construcciones de ese determinado período y además, ellos se gustan viéndose reflejados en piedras antiguas superpuestas que siempre se prestan a todo tipo de interpretaciones (por eso, nadie sabe muy bien que era lo que querían hacer las personas talayóticas en sus construcciones prehistóricas). Lo Talayótico mola y lo de las piedras, también. Por piedras no se queda atrás la Isla, hay más piedras que cerebros y hay más piedra que tierra. Pero bueno, aquí todo es llano y liso y entra el viento del norte (el de Tramontana) y arrasa la Isla de lado a lado (máxima altitud de 300 metros y para eso haciendo trampa). Dicen que las gentes de aquí casi no tienen maldad, pero eso lo dicen los que aquí llevan muy poco tiempo. Con el paso del tiempo se darán cuenta que los menorquines son como todos y por eso su maldad se irá viendo al aumentar su tiempo de conocimiento y eso se consigue con el roce y la convivencia.

No hay tribus cojonudas, ni hay indios del todo buenos, ni vaqueros del todo malos. Hay rasgos comunes que los unen un poco a todos. Y hay pueblos como el mío (el gallego) que son especialistas en contestar a una pregunta con otra pregunta, pero eso no hace que todos los gallegos seamos iguales (y menos mal). Y los menorquines tienen sus propias piedras dentro de su cabeza, son cabezotas (caparrutx, dicen aquí) y les encanta el Gin con limonada y que sus fiestas se llenen de caballos menorquines y todos brincando con el jinete encima, Que en principio la ideas es simpática, brinca un caballo con su jinete y los mozalbetes del pueblo le ayudan a mantener al caballo el máximo de tiempo posible en el aire. Pero claro, cuando se empezó con éstas fiestas no sé contaba que al final sería toda una marabunta toda borracha queriendo mantener al caballo en el aire. Y ahí, es donde empieza el problema...en que las fiestas de ésta Isla (sobre todo, la de Ciutadella) se han puesto de moda y más que unas fiestas parecen unos botellones colectivos que por supuesto, acaban jodiendo al caballo (poco tiempo les concedo a estas fiestas y por puñetero maltrato animal) y sino apuntar el día de hoy (para los desmemoriados): 23 de Julio del año 2.019 y son las 7 de la tarde. Y aquí queda dicho y apuntado en acta.


 




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