Recuerdo que nos fuímos tres amigos del alma, de aquellas pensaba que éramos amigos del alma, hoy en día, somos polvo del camino (al pan, pan y al vino, vino). Pero vamos a lo que vamos, los tres somos de Vigo, nuestra ciudad natal y casi siempre quedábamos por éstas fechas para vernos, pues ya andaba cada uno en una esquina geográfica distinta y distante. Pues no sé si fue el día anterior en que se nos ocurrió, el plan de celebrar el fin de año en Oporto, ciudad maravillosa y preciosa, aunque de aquellas tenía un cierto halo a ciudad triste, como si fuera una ciudad preciosa pero un tanto apagada.
Pues allí nos fuímos y dormimos por el camino y en una playa cualquiera de ese Portugal tan espléndido. Me encanta Portugal me encanta su gente, su comida, sus horarios, su amabilidad y su paciencia. Había que tener paciencia con los "españolitos" que viajaban por ella. Una prepotencia, un estar por encima, una arrogancia y una falta de respecto, que aún ahora me sonrojo del comportamiento de los "españolitos". Nosotros como somos de Vigo y lindamos casi con Portugal, lo conocemos de toda la vida y son nuestros vecinos, además de amigos y nos une mucho más que nos desune, así que ¡viva Portugal! y punto.
Bueno pues prosigamos, mal dormimos en aquella playa atlántica, pues no llevábamos nada de abrigo. Bueno si, la cogorza que llevábamos encima y con la que ya habíamos salido y después de una noche de marcha por Vigo. Y por eso nos dormimos calentitos y como tres bebés, pero al cabo de hora y media, estábamos congelados y ateridos de frío. Así que tuvimos que seguir el camino y ya nos plantamos en nuestro entrañable Oporto. Cogimos una pensión que pa que contaros ( y por eso, no os lo cuento) y fuímos a las famosas Bodegas a saborear sus exquisitos caldos de rico vino de Oporto. Creo que por la tarde dormimos un poco en la pensión de mala muerte y ya nos dirigimos a cenar.
Cenamos y nos fuimos a la ribera del río Duero o Doiro, como se prefiera y allí y al compás de las campanadas, nos comimos las 12 uvas, pero que en éste caso, eran 12 hongos, 12 hongos alucinógenos y uno tras otro. Después de esto, los recuerdos que tengo son todos difusos y un tanto deformados y un poco psicodélicos. Pero las pocas sensaciones que aún conservo de esa noche, es que fue una noche alucinante y nunca mejor dicho, alucinamos con las mariposas de colores.
Recuerdo una discoteca en la parte pija de Oporto y donde bailamos como auténticos locos enfurecidos y como fuimos abriendo hueco entre los tres y en aquella pista de baile que estaba petada a tope, pero debido a nuestros aspavientos y movimientos espasmódicos, los pijos se asustaban y nos quedábamos con media pista y sólo para nosotros. Al final no sé si nos echaron a patadas, que es lo más probable o nos fuimos por nuestro pie y a trompicones. También me acuerdo de estar en el puerto y ver un viejo barco mercante encallado y después tengo un velo oscuro y tan oscuro en mi memoria.
Me pregunto aún ahora, el como coño llegamos a la pensión. Se puede resumir como una noche mágica y alucinógena. Cuando pienso que 12 hongos y todos del tirón, pienso que yo sigo vivo porque dios lo ha querido y no hay otra explicación. Al día siguiente volvimos a Vigo echos papilla y resacosos como piojos y uno, que no yo, llegó con un gripazo que no veas. Pero lo realmente importante, es que los tres sobrevivimos y eso sí, eso sí que tiene mérito.
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