Mi paraíso está entre éstas cuatro paredes,
sencillo decorado,
cuasi rozando lo espartano
pero tampoco entrando en el cruel terreno del minimalismo,
un casi pero no puedo
un puedo pero me falta algo para ser de un extremo,
tampoco es un clásico rigor mortis,
pálido, desvalido y con hedor a muerto,
está entre un clásico desaliñado
y un estudiado dejado
pero eso sí, nunca abandonado...
lámparas...
lámparas de araña
y algunas telarañas en las lámparas,
luces...
luces tumbadas, de pie, de escorzo, de techo,
siempre indirectas,
nunca de bruces y de cara,
luz fría por ser blanca y nítida
y para mí y no sé porqué, más sensible...
sueños...
sueños colgados en sólidas paredes antiguas,
pedazos de sueños pintados sobre cuadros,
cuadros, algunos dedicados
y por un amor que al final, resultó ser imposible,
esculturas de papel de periódico sin dedicatoria,
pero yo sé que la tiene en tinta invisible... que nadie puede ver,
(pero yo sí)
y que al final,
también resultó ser otro amor imposible
y en esa escultura, estoy yo,
yo escribiendo con cara de genio sin lámpara mágica
por supuesto, fumando
(ahora ya no fumo, llevo seis años sin fumar)
yo con mi chaqueta de letras y tinta negra de imprenta,
yo dando ese aspecto de escritor de sueños incomprendidos,
(importa y mucho, el aspecto soñador)
yo los escribo, yo los traduzco
yo los expongo a la fresca
y por supuesto, yo me los guiso y yo me los como.
No hay comentarios:
Publicar un comentario