¿O NO?

 

Ha pasado un Sábado en blanco. Un Sábado que fue festivo aquí en España (el puto día de la hispanidad, 12 de octubre del año 2.019)). Un Sábado recién salido de guardia (¡como no!) y fundamentalmente por eso, ha sido un día casi anodino y soso. Me he pasado el día intentando dormir un rato pero que nunca fuera demasiado rato. Y al final no me dormí ni media hora. Y claro, el pensamiento de no dormir demasiado late como un corazón palpitante dentro de mi cabeza medio hueca y poco a poco va adquiriendo vida propia y entonces, se acaba haciendo un pensamiento obsesivo y paranoico. Por eso al final acabo medio desquiciado y con ganas de pegarle a alguien (por ejemplo, al primero que pase) o de salir a la calle y ponerse a gritar como un puto poseído a punto de convulsionar...Ha pasado un Sábado sin más. Anodino y amorfo e insípido. De textura blandengue y de color gris. Un día de muy pocos cambios y todo porque hasta me cuesta ponerme a pensar. Me chirría el engranaje que mueve mis mecanismos más íntimos y hasta la sangre que corre por mis arterias y venas, se fue espesando a medida que pasaba el día. Algunos a un día así, le llaman tener un día tonto. Otros dicen sentirse gafados por el colmo de la mala suerte y hacen sangre, de un día así. Es decir, un día así les lleva por el camino de la depresión.

Me acuerdo de aquellas épocas en donde un día malo era motivo de una gran bajada emocional y era la puta disculpa para entrar en ese estado depresivo sin consuelo y sin final. No era, que hoy tengo un día malo y no pasa nada más y en cambio era, que hoy he entrado en el pozo de la depresión más profunda y claro, cualquiera apostaba por lo que podía pasarte mañana y porque en ese tipo de estados, el día siguiente siempre será peor. No había el voy a pensarlo un rato más o ésta noche lo consulto con mi almohada o mañana será otro día y porque cualquiera de estos mensajes era demasiado optimista para un puto deprimido de mierda. Yo tuve un amigo (lo tuve que ya no lo tengo y porque por el largo camino de la vida se ha quedado en la cuneta) que era el rey del estado depresivo. Él se sentía muy gusto en ese estado (al revés que yo, que me sentía muy incómodo) y de alguna manera él conseguía arrastrarme hasta ese estado emocional. Él, se sentía confortable moviéndose bajo esos parámetros y yo de cada vez me sentía mucho peor y mucho más incómodo (no es mi estado natural). Digamos que me sentía peor que él... pero unas cuantas veces más. En realidad era su puto medio viscoso y en el cual se deslizaba como pez en el agua y yo en cambio...y lo voy a decir muy claramente, me entraban unas ganas enormes de salir corriendo y que le diera por el culo a mi amigo del alma.

Y tardé años y quizás muchos o demasiados, en darme cuenta que mi actitud tenía que ser esa...y era coger distancia de él. Y pienso en todas las historias que me perdí por él...y algunas si que me perdí seguro...pero quizá no fueron tantas. Bueno, cuantificar éstas cosas es sumamente difícil y porque es difícil saber hasta que punto tú dejaste que la cosa fuera así y porque además está el condicionante de aquella amistad, que me supongo que tendría sus puntos positivos. Y creo que los tuvo al principio de nuestra amistad y ahora me doy cuenta (bueno, hace mucho tiempo) que él poco a poco fue entrando en ese estado entre depresivo y desganado y me fue arrastrando, aunque a veces me rebelaba y lo mandaba a tomar por culo. Pero claro, la amistad volvía a pesar y de nuevo sin darme cuenta, se volvía repetir la misma película. Y peor fue cuando él entró en las drogas a tope y hasta el fondo y porque todo se volvió más agresivo, más deprimente, más obsesivo y más ganas de mandarlo a tomar por culo y porque en realidad y al final, yo también entré en el tema drogas.

En realidad éramos 3 amigos y nuestra amistad estaba muy por encima de las demás (o eso pensaba de aquellas). Al tercero en cuestión lo mantuve más tiempo como amigo del alma. Los 3 tocamos el tema drogas y casi morimos con ellas, pero mi tercer amigo y yo entramos a trapo en ellas, pero también levantábamos cabeza y los dos salimos de ese esclavismo (él más que yo, aunque al final no sé en que quedó la cosa...puede que en empate) y así andábamos y a subes y bajas...Pero con el paso del tiempo, nos fuímos alejando de aquella esclavitud sin cadenas visibles, pero en cambio mi primer amigo le pasó exactamente al revés que a nosotros y de cada vez estaba más metido y hasta las trancas. Total, que al final tanto va el cántaro a la fuente...que se acaba rompiendo y así fue...al final se rompió y desde hace casi 40 años que no veo a aquél primer amigo del alma. Sé que vive pero ahora no sé como vive pero ni ganas tengo de saberlo. Ocupa un espacio en mi disco duro, pero creo que se ganó a pulso su expulsión de mi vida y no sólo lo digo por tema drogas (que también) y también lo digo por todas las veces que me arrastró a su estado depresivo de a la vez, sentirse el ombligo del mundo, que fueron tantas y tan envolventes que me costó dios y ayuda salir de su influjo de chupador de energía ajena. Y de mi tercer amigo, creo yo que será mejor que os hable otro día...¡tiempo tenemos!...¿o no?.

 




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