"Aparte de la fea y negra dictadura de Franco, con su cohorte de uniformes y sotanas, los dos acontecimientos que modelaron tempranamente mi conciencia política fueron el golpe de estado de Pinochet en Chile y la revolución de los Claveles en Portugal. Abrir el periódico el 26 de abril de 1974 y leer que en el país de al lado unos militares progresistas habían derribado pacíficamente una dictadura fósil de casi medio siglo fue y sigue siendo una de las grandes alegrías políticas de mi vida.
Quizás por eso me emociona más esa protesta mesurada y rotunda en el parlamento portugués: escuchar Grandola, vila morena, que forma parte de mi memoria más honda, y ver a la gente cantar con rabia y melancolía y comportarse con esa buena educación portuguesa, incluso en la abierta rebeldía, tan lejos de la propensión española a las interjecciones crispadas, al grito bronco y amenazador".
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