Había pasado por encima de mí una riada de destrucción masiva
los deshechos se acumulaban en las cunetas
la lluvia con saña golpeaba mi cara
y yo corría bajo los restos de un paraguas.
Simplemente corría y me seguía mojando
mientras por unos grandes altavoces alguien gritaba
¡no pasa nada!
¡Tranquilos que todo pasa
y en el día mañana os juro que dejará de llover!,
pero ya era tarde para parar,
había que correr y sin mirar atrás
había que escaparse de uno mismo,
avanzar sin descansar,
y puede que así alcanzara la otra orilla,
ella estaba allí por tí,
te esperaba en silencio,
deseaba que te salvases
y que dieras por fin, un puto paso de gigante.
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