RELACIONES CAMALEÓNICAS

 Hay sensaciones y sensaciones. Y yo hoy tengo una de esas sensaciones que se repiten periódicamente o sea, que cada cierto tiempo acuden a mi mente. Por tanto, no es una sensación cualquiera, de esas que tal como entran salen por la otra puerta, sino que es una sensación que deja poso sobre otros posos antepasados. Y no es otra, que hoy me encuentro muy bien, pero al mismo tiempo estoy sensible a los sentimientos, vamos que estoy bien, pero los estoy echando de menos. En definitiva, es un día especialmente susceptible a sentimientos anteriores y eso en principio es bueno, pero al mismo tiempo, me produce miedo.

Sí, digo miedo. Y no lo digo por decir, pues estas situaciones ya las tuve anteriormente y siempre que las tuve, caí en los brazos de alguna persona. Es decir, estás necesitado de cariño y de sentirte querido y yo en esas veces, me había dejado llevar por esa necesidad, pero me había dejado llevar ciegamente. Y esa necesidad de cariño ajeno me hacía andar como eso, como un ciego y la primera persona que me ofrecía sus brazos yo me dejaba caer en ellos como un fardo o como un peso muerto. Es decir yo me adaptaba a las necesidades de la otra persona y me dejaba llevar como un pelele y todo a cambio de cariño.

Y si solo me hubiera pasado una vez, pues vale. Pero no es así, fueron algunas (que no muchas). Aclaro y antes de que sea demasiado tarde, que tuve también relaciones conscientes y muy queridas y muy deseadas por mí ( en realidad fueron muchas más que las anteriores). Pero yo me escoro como un barco y me pongo en la situación que intento describir, la situación de estar necesitado de cariño y esa situación siempre me llevó a relaciones contradictorias o sea, por un lado había cierto cariño, pero no tanto y por el otro, había era una relación idealizada y porque yo estaba necesitado de idealizarla. No sé si os ha pasado, pero en mi vida hubo noches de todo y en algunas de ellas, me había acostado con alguien que en principio jamás me pasó por la cabeza acostarme con ella. Y no pasa nada más que lo que tenía que pasar. Y al día siguiente...si te he visto o si he estado contigo...ni me acuerdo (suele ser mutuo el tema).

Y esas algunas veces que me pasó, fue placentero pero solo hasta cierto punto, pues en realidad esa persona no me gustaba, yo solo me adaptaba a que pareciera que me gustaba. Y esa actuación tiene su precio, pues tú ya no eras tú, eras lo que quería que fueras la otra persona. Y si la otra persona quería una relación más formal, pues ahí estabas tú y de primero. Y si era al revés, pues también estabas tú. En fin, era una relación camaleónica por tu parte. Claro que cuando asoma poco a poco tu verdadera cabeza, la otra persona te veía como a un extraño. ¡Joder!, lo que se llega a hacer por un poco de cariño y por unos cuantos polvos de limosna. De todas formas y estoy convencido de ello, la peor parte siempre se la llevaba la otra persona y por el palo, que al final, le tenías que dar y por decir la verdad.





No hay comentarios:

Publicar un comentario