¿Y quién me lo iba a decir?


¿Y quién me lo iba a decir?. Hoy de nuevo es viernes y día 26 de abril. Y otro mes más a la mierda. Los días pasan, los meses corren y los años nos descosen. Y a la vejez no le llega con hacernos cada día que pasa, un poco más viejos que ayer y ahora mismo nos está pidiendo, paciencia y paciencia para no desesperarnos con el rápido paso del tiempo. Paciencia para recibir los últimos golpes o coletazos de vida con la que nos obsequia la vejez y porque después y en el otro lado, no habrá más golpes y al mismo tiempo, no habrá más vida. Tampoco hay que darle demasiadas vueltas al asunto, ahora seguimos vivos y dentro de unos años o meses o días,seremos pasto para nuestros gusanos y que a su vez, nos demuestran que después de la muerte vuelve la vida, solo que esta vez será una vida corta y limitada que durará lo que viva el gusano. Después, seremos polvo de huesos y polvo de alma y carne y para que por fin, el viento nos lleve en nuestro último viaje y a los confines de otros mundos en otras dimensiones.

Nadie transita por esta vida tranquilamente y porque todo lo que tenemos cuesta obtenerlo, mantenerlo y hacerlo crecer. Nosotros mismos, somos esfuerzo y ganas de crecer, somos seres evolutivos que se mueven por hambre y sed de justicia. Aunque siempre hay algunos que se empeñan en querer ser más que los otros y se dedican a mandar y controlar y ya sea con armas o ya sea a través del poder de las palabras que las convierten en ley única e inamovible y que se resume: en que yo mando y ya está y el resto, tendrá que obedecer. Simple, todo es demasiado simple cuando la simpleza es tu filosofía dominante. Yo mando y tú te dedicas a obedecer y si no obedeces, tendrás que ser castigado. Para eso mismo se dictan las normas y leyes sociales que solo están pensadas para nuestro castigo.
















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