2 DE MAYO

 2 de mayo y jueves. Entramos en mayo y como me decían de niño para describir el mes de mayo, entramos en el mes de las flores. Supongo que hay algo que también florece dentro de nosotros, ¿el alma puede ser?, aunque no sé en concreto que tipo de flores crecen dentro de nuestro alma. A algunos elementos que pululan a nuestra alrededor, en el alma le crecerán y como mucho, matojos de malas hierbas y alguna planta venenosa que vomitará su veneno en su riego sanguíneo de rata inmunda. Sus actos, sus hechos y sus palabras, saldrán envenenados y mejor será que no te pongas por delante. Miedo hay que tenerles, pero tenerles miedo no significa que no te puedas enfrentar a ellos, solo pasa que tendrás que salir a la calle preparado para semejante batalla. Por lo menos afina bien las palabras, ponle punta y apunta a la diana y para sean certeras y eficaces. No esperas nada de este tipo de elementos, salvo la maldad, claro está. Nivel positivo cero de cero, nivel negativo y destructivo alcanza el máximo que te puedas imaginar.

Pero por un momento obviemos a semejantes elementos y centrémonos en las personas en las que el alma nos florece. La flor nos da igual y es más, cada uno tiene su propia flor y porque puede escoger la que más le gusta. Unos escogerán unas rosas, otros la flor del jazmín o del hibisco o la misma gardenia. Y con o sin aroma, aunque yo soy de flor con aroma. Me encanta oler bien y que la gente que se acerca a mí, diga o piense...que bien huele este tío. Yo soy de aromas suaves y delicados, de aromas frescos y cortos. Quiero decir, que no me gusta llegar a un sitio e invadir con mi aroma todo ese espacio vital, primero porque me gusta un aroma más íntimista y segundo, que para irradiar un aroma de esa manera tan invasiva, hace falta un aroma inusualmente exagerado y empalagoso.

Mi alma huele a flor de gardenia o de jazmín o de azahar o de alguna variante más, que ahora mismo se me olvida. Pero nunca estará reconcentrada en un perfume mareante, porque vuelvo a insistir a mí los aromas me gustan íntimos y suaves y que no sean cruelmente invasivos. Me gusta el toque de ese aroma, un ligero toque que no se quede pegado a tu pituitaria y que te borre el resto de olores. El exceso mata igual que mata el defecto y hay un punto medio en todo lo que conocemos y sabemos, lo difícil es encontrar ese punto medio, pero eso no quiere decir, que dejemos de intentarlo.



















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