EL TREN DE LA VIDA

 Cuando llegue mi hora
y cuando mi hora llegue...
os dejaré escrito un deseo
desearé suerte a los que se quedan
y lo mejor para mis hijos,
me despediré con una última mirada,
y en el silencio más absoluto,
y solo roto por mi respiración agónica,
os entregaré en mano mi último deseo escrito.
Cuando yo me vaya,
no me temblará el pulso,
en tal caso derramaré unas lágrimas,
y os contaré al oído mi último secreto:
la vida me ha dado mucho
y yo le he correspondido,
pero en la vida siempre se llega tarde,
y ese es su verdadero problema,
el tren pasa cuando menos te lo esperas,
y pasa a la velocidad del vértigo,
y si no lo coges a tiempo,
el siguiente pasará aún más rápido,
y esta vez si que será tu elección definitiva,
o te subes a él o te quedas para siempre en el andén.
Pasaron tantos trenes delante de mis ojos,
tantos vagones repletos de sentimientos,
tanta ternura derramada por las vías, 
que hoy no doy crédito a lo que veo y siento,
pues estoy convencido,
que en una parte de mi vida 
me he dedicado a desperdiciar oportunidades.
Pero que sería de mí,
de mí sin haber metido la pata,
de mí sin nadar acontracorriente,
si yo soy lo que soy, 
y lo soy gracias a mis contradiciones,
pero por si sirve de algo,
y además, tengo necesidad de decirlo,
súbete al primer tren que pase por tu vida,
después siempre habrá tiempo de bajarte,
o de no bajarte nunca.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR