Si hoy hiciera una encuesta por la calle, le preguntaría a la gente si hoy está contenta. La mayoría respondería que no, o él consabido sí pero no o el no pero sí y muy pocos me dirían claramente, sí. Y si al que le pregunto fuera gallego, como yo, me diría y ¿usted porqué lo pregunta? y ya está, la pregunta vuelve al que pregunta. Tenemos fama los gallegos de hacer eso, responder con una pregunta dirigida a quién la hace. Si el encuestado fuera menorquín y de pura cepa, me diría: "no pases pena, si fueras de aquí quizá lo entenderías".
Cada uno tiene sus propios mecanismos para saber escaparse de las preguntas directas, porque el sí o el no, te compromete a decidirte y lo tienes que tener muy clarito para definirte por uno de ellos. Y cuando no hay es claridad en el medio ambiente, todo está muy turbio y sucio en su mente. Hay algunas personas que te hacen en el día a día éste tipo de encuesta y te saludan con un ¿qué tal? o con ¿un como te va?.
Yo prefiero el ¿qué tal?, parece menos incisivo y por tanto es más fácil de contestar, pues bien o bien y me podía ir mejor o bien y ¿a tí? y ya está, ya le pasas la pregunta a él. El ¿como te va?, te obliga un poco a plantearte como realmente te va y cuando levantas la mirada y ves los ojos de una persona a la que casi no conoces, pues coño porque le voy a decir a éste tío como me va (que carajo le importa como me va a mí). Aunque también existe la posibilidad de decir... bien y sin más le devuelves la pelota y a tí ¿como te va? y zanjada la pregunta y le dejas la pelota en su puto tejado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario