Y también me dió por darle vueltas a que pensaría la gente de mí y me refería a lo que escribo y en concreto, a mis opiniones políticas. Pues me dije, hace unos años estos mismos pensamientos políticos, serían fácilmente tachados de antiguos y pasados de rosca. Hace unos años y en épocas de vacas gordas, estaba de moda, lo moderno y todo tenía que ser moderno y las referencias históricas carecían de valor. El pensamiento profundo y crítico, no se valoraba adecuadamente, es más se menospreciaban con el vocablo de antiguo y pasado. Pues lo moderno y superficial, estaban en boga y entonces uno se sentía que meaba fuera del tiesto. Ahora ya meo dentro de él y eso no significa que todo el mundo tenga que estar de acuerdo con mis opiniones, pero por lo menos se leen o como mínimo nadie las tacha de antiguas, que yo sepa. Además que ahora me da igual la opinión que los demás tengan de mí o casi.
Las modas son estados transitorios que venden los propios mercados, pues en esas épocas de pasta en abundancia, interesaba al mercado descontrolado, interesaba que la pasta se gaste y por tanto, que se consuma como si no hubiera un mañana. El consumismo, el famoso consumismo de las pelotas. Hay necesidades vitales, eso nadie lo discute, pero es verdad que hay cantidad de necesidades creadas o necesidades superficiales inventadas y que hoy son unas y mañana son otras y pasado mañana, son otras recién salidas del horno crujientes y calentitas. Las necesidades superficiales están controladas perfectamente por los mercados, ellos planifican campañas y van cayendo personas como moscas y al final se crea la moda y ésta se extiende como una puta mancha de aceite. Hoy en día y en ésta época de crisis, las modas casi no existen o las que hay, se adaptaron al nivel económico del mercado o sea, no son modas tan caras como antes, porque sencillamente nuestra cabeza está muy ocupada en como poder sobrevivir en ésta selva y eso ocupa mucho espacio en nuestro disco duro, aparte que si no hay pelas para llegar a fin de mes, menos la habrá para gastar en lo superficial. Si no hay pasta, no la hay y punto y como tampoco hay crédito, pues nada, a arrastrar nuestras miserias.
Y lo peor de no haber pasta, no es en sí que no la haya, lo peor es que no hay la perspectiva de que vaya haberla o sea que la gente no ve la famosa luz al final del túnel, la famosa luz que solo veía Mariano Rajoy (presidente de España, de aquella época), que no sé lo que fumará, pero desde luego subir le sube y le sube de lujo. Los demás no vemos nada, yo por no ver yo ni veo el túnel, es más cada vez veo menos y si estoy dentro del mismo túnel y no sé salir de él, no sé ni cuando ni como entré en él y es que no me entero de nada, ni cuando el túnel fue construído. No sé, todo es muy confuso y tendré que ponerme al día y debo analizar lo del túnel y que hago yo en él y lo de la luz en su final.
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