Se podía decir pues, ¡espabila tío! y actúa en consecuencia. Bueno vale, es lo que estoy haciendo, pero primero, tengo que recoger lo que ha quedado por el medio o sea, juntar los restos de mis escaramuzas anteriores y sobre todo y por encima de todo, disciplinarme y ponerme duro conmigo mismo. La disciplina siempre es necesaria y hay momentos en que se puede flexibilizar un poco, pero llegado el momento en el que estoy ahora, la disciplina se hace imprescindible y si antes no importaba fallar un poco, ahora no me puedo permitir ese lujo, no debo fallar en nada. ¿Y porqué?, pues muy sencillo, si ahora tengo un mínimo fallo, mi fortaleza mental, ahora endeble y debilitada, se derrumbaría como un castillo de arena. Los detalles suponen mucho más de lo que creemos y la ventaja de luchar con ellos o contra ellos, hacen cambiar el rumbo de tu vida. Aparte que los detalles se suman cuando no los resuelves, que cuando empiezas a solucionarlos, pero en éste último caso nos deslizamos por el lado positivo de la película y si resuelves uno, esa pequeña dosis de ánimo, te hace ver que el resto están a tu alcance y muchas veces la cosa solo consiste en seguir tirando del hilo.
Como se dice, has visto las orejas al lobo y el lobo no espera, el lobo te sigue observando y si ve un punto débil en tu defensa numantina, el lobo se lanza al ataque y simplemente, te devora. Sencillo, pero no lo es tanto, porque la teoría es fácil, lo difícil es aplicarla, pues siempre hay condicionantes con los que en principio no cuentas, pero que remedio me queda, hay que luchar y seguir para delante. A lo mejor mañana os digo que he arrasado con todo, pero para ello tengo que enfrentarme primero a mis propios fantasmas. Mis queridos fantasmillas que siempre me acompañaron y que de vez en cuando se juntan y hacen asamblea y deciden rebelarse contra su dueño, y ese dueño creo que de momento, soy yo.
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