OTRA DE MI PUEBLO

 

En éste pueblo, como todo pueblo pequeño que se precie, hay unos cuantos personajillos sueltos, que no les viene nada mal que les de un repasito. Hay la Policía Local (otra de mis debilidades), y tiene varios pintas o miembros uniformados que destacan por encima de la media, el resto... más o menos cumple su función. Tiene a un friqui pequeño y enano físico y mental, más mental que físico y al ser así, se toma su curre como todos los descerebrados del mundo mundial, como si se le fuera la vida en ello, pero solo se le va la pinza en determinadas cosas. Por ejemplo, es un tipo que quiere cumplir a rajatabla los horarios de las zonas de descarga, aunque a esas horas no descargue nadie, como por ejemplo, a las 8 de la mañana, pero ahí está él, siempre raúdo y veloz, siempre con su talonario de multas en su mano y a las 8,10 te cruje (solo a mí me cruje). Pues todo hay que decirlo, el tipo éste es de aquí, de éste pueblo o ya lleva afincado en él desde su nacimiento y entonces conoce a toda la parroquia y sabe perfectamente quién es de aquí o de fuera.
Y éste es su talón de aquiles (aparte de su enanismo mental), el favoritismo para los nativos, pues con ellos habla y les advierte e incluso llama a la puerta de su casa, para que cambien su coche de sitio. Pero con el foráneo (como yo) la cosa cambia y el tío se enciega a ponerme multas. Sabemos que en todo el mundo es un poco así, el que se barre un poco para casa, pero tampoco es cuestión de engordar las arcas municipales a costa de los de fuera, que por cierto estamos empadronados, pagamos impuestos y hasta tenemos derecho a voto, igual que el resto del vecindario. Claro, que llegó un día, que me lo tuve que encontrar de frente y ya hicimos un suave intercambio de bellas palabras y ya está, la guerra quedó declarada desde ese mismo día. Mi defensa, ¿cuál es mi defensa?, mi defensa consistió en mandar unas cuantas cartas incendiarias a la prensa local de la Isla y desde esa, el tío reculó un poquito. Pero cada que me lo cruzo se nota en su mirada las ganas que me tiene, pero es un intercambio mutuo, los dos rezumamos odio y sólo estoy esperando el momento adecuado para poder pisarle la cabeza y pisársela como a un gusano baboso y asqueroso. Mientras tanto, el menda me sigue crujiendo a multas.
Después hay otra tipa con el mismo uniforme de feria y disfrazada de Policía Local, que tiene aires de investigadora científica o de CSI de Es Castell. A mí un día llamó a mi puerta, porque a un vecino se le ocurrió que si me perro lloraba, era porque estaba siendo maltratado y la tía tuvo las santas narices de llamar a mi puerta, para decirme semejante estupidez. Qué situación más ridícula, la tía me preguntó si tenía perro y yo le dije que sí y ya no supo que decir, y empezó a balbucear que si un vecino dijo que el perro no paraba de llorar y que a lo mejor estaba abandonado o que le pasaba algo malo o que como le dije yo, es que señora...usted me acaba de interrumpir la sesión de tortura diaria a la que someto a mi perro, ¡no te jode con la tía!. Con la fácil que era la realidad y es que el perro sólo llevaba dos días en mi casa y para ello, se le tuvo que separar y lógicamente de su madre y por eso lloraba (al cuarto o quinto día, dejó de llorar). No era más fácil haber empezado por ahí o yo soy un bicho muy raro. Hombre, raro soy y mucho, pero aún no encontré el placer de torturar a mi perro.

 

















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