Y no tengo miedo
y que nadie confunda lo que digo.
Porque no es miedo lo que me atenaza,
es quizá... respeto,
respeto a la edad madura,
respeto a la incertidumbre de la vejez,
respeto a la evolución de cada día,
y ese respeto,
es lo que me mantiene en estado de alerta,
con las orejas levantadas,
y con la mirada clavada en el futuro.
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