Desperté con mi mano en tu cintura,
y agarrado a tu cuerpo como una lapa a la roca,
asiéndote con inusitada fuerza,
quizá demasiada,
¿miedo sería?,
¿miedo a perderte?,
o ¿miedo a quedarme solo?,
pero al fin y al cabo...¡miedo!,
miedo, terror y pánico,
tres patas de la misma silla,
miedo a perderte,
terror a quedarme solo,
y pánico de no volverte a ver,
tres penas en la misma condena,
y tres misterios ancestrales
que nadie ha conseguido dilucidar.

No hay comentarios:
Publicar un comentario